En el amplio mapa de la corrupción española (aún presunta en el caso que nos ocupa) faltaba una negra e impactante foto del deporte, y en menos de dos meses ya se han producido dos. El 25 de mayo, la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela, decretaba prisión incondicional para el ex presidente del Fútbol Club Barcelona Sandro Rosell bajo la acusación de haber blanqueado 15 millones de euros procedentes de comisiones ilegales, y hoy mismo agentes de la Unidad Central Operativa, la famosa UCO, se han presentado para registrar el domicilio privado de Ángel María Villar, presidente de la federación española de fútbol, en el marco de la Operación Soule ordenada, de nuevo, por la Audiencia Nacional, en este caso por el juez Pedraz. Además de Villar también han sido detenidos su hijo Gorka y el eterno vicepresidente Juan Padrón, que llevaba tiempo encargándose de los dineros. Y, como en el chiste del grano, esto crecerá.
A Villar se le acusa de una inacabable lista de delitos (añadiré de nuevo lo de "presuntos" hasta que su señoría no determine lo contrario) que van desde la corrupción entre particulares hasta la falsedad en documento público, administración desleal, apropiación indebida y posible alzamiento de bienes, todo ello en relación con la organización de partidos internacionales de la selección española de fútbol. Habrá que ver en qué queda todo esto pero el asunto tiene francamente muy mala pinta para Villar, que hacía demasiado tiempo que se encontraba en el punto de mira y que, pese a todo, pese a estar profundamente cuestionado, a pesar de encontrarse bajo sospecha, era, una y otra vez, y otra más, machaconamente elegido por eso que el mismo Ángel María y su entorno más cercano denominaban el "mundo del fútbol", que, y a las pruebas me remito, debe ser un mundo distinto al de la gente normal de la calle.
Esto se veía venir. Suelo decir, medio en broma y medio en serio, que Ángel Villar lleva en la presidencia de la federación más tiempo del que estuvo Mobutu Sese Seko al frente de la República Democrática del Congo. Así que Mobutu, que era un dictador, permaneció "sólo" 26 años como presidente del antiguo Congo Belga mientras que el democrático Villar (acabo de escuchar a Javier Clemente diciendo, todo ufano, en una entrevista de hace un par de años que a su amigo Ángel le elegía el "mundo del fútbol" y no la prensa) lleva en el puesto desde 1988. Si, pese a todas las evidencias, el "mundo del fútbol" nacional lleva reeligiendo a Villar desde hace casi 30 años a Villar y a punto estuvo el "mundo del fútbol" internacional de elevarle a lo más alto, entonces el "mundo del fútbol" tiene que hacer exámen de conciencia y llevar a cabo una profundísima reflexión.
Ante la evidencia de las pruebas, que deben ser aplastantes para que intervenga la Audiencia Nacional, Ángel María Villar Llona tendrá lo que se merezca desde el punto de vista estrictamente legal. Ya digo que el listado de los delitos de los que se le acusa es interminable. Hace años, demasiados años, que la federación española, convertida en un auténtico nido de pelotas que compadrean con el rey desnudo para que éste no les eche a la calle, debió abrir las ventanas, echar abajo las puertas, pintar, alicatar hasta el techo, poner suelo nuevo y colocar un tejado diferente. Incapaz, ciego, mudo y sordo, el "mundo del fútbol" se negó en redondo a hacerlo, pero lo que no hicieron ellos acaba de hacerlo la Justicia derribándolo todo. Villar, que llegó para 4 años, 8 a lo sumo, amenazaba con permanecer 33, si no más, al frente de la federación. A la vista está que una circunstancia tan anacrónica como esa no se debía en absoluto al interés general sino única y exclusivamente al particular.