Del mismo modo que cuando dices una mentira tienes que tener preparadas otras tres mentiras más que la sustenten, cuando abres la lata de las excusas, y más en un club como el Real Madrid, que siempre busca la excelencia, ya no se sabe cómo cerrarla. Y un día es que no hay dinero, otro que los futbolistas no se quieren ir, al siguiente son las cuatro Champions que se ganaron en cinco años y, de repente, te encuentras justificando que el mejor y más laureado equipo del mundo pierda un partido amistoso ante el potentísimo Rangers, el histórico Rangers de Goldson, Tavernier, Lundstram y Davis. Y lo peor es que cuando te das cuenta, pestañeas y el Madrid lleva 32 años sin ganar la Copa de Europa. No es que el inmovilismo atenace a la dirección deportiva, no, es que maniata a la afición, que siempre ha sido exigente con los suyos, y atonta al periomadridismo, que baja la cabeza y consiente. Pero yo no consiento. Ni bajo la cabeza. No señor. Ni busco excusas. Ni digo eso de que hay mucho trabajo por delante: por supuesto que, con lo que tiene Ancelotti, la tarea es ingente, hercúlea. Ni digo tampoco que el Rangers está a punto de empezar su Liga y el Madrid no pudo alinear a sus internacionales. No hay excusa posible, ni se pueden aplicar más paños calientes porque, y es algo que me parece que todos sabemos en el fondo, lo que necesita el Real Madrid es dejar de hablar y aplicar cuanto antes una amplísima reestructuración. Amplísima.
No es Mbappé. O no sólo es Mbappé. Si, al final, un año de estos el francés acaba recalando en el equipo, el Real Madrid volverá a tener en sus filas a uno de los dos o tres mejores jugadores del mundo, cosa que ahora mismo no sucede. Pero sólo Mbappé no garantizará el éxito porque, como decía Di Stéfano, no hay futbolista en el mundo más importante que todos juntos. La plantilla del Madrid, y eso es un hecho, se ha vulgarizado. Y ha envejecido. Es más vieja y, por eso mismo, es peor. Porque resulta que al fútbol profesional ganan los mejores y los más jovenes. El ejemplo paradigmático de esto que digo es Marcelo. Marcelo ha sido uno de los dos o tres mejores laterales de la historia del Madrid pero, desgraciadamente para sus admiradores, que somos legión, Marcelo ya no está para estos trotes. Y no es cuestión de kilos, que también, ni de calidad (que conserva de sobra) sino de vigor físico, de ambición y de hambre. Y no me refiero al hambre que se sacia en un restaurante sino al otro hambre, a la del terreno de juego. Si se va Varane, que se va a ir, la defensa del Madrid será más débil. El centro del campo tampoco es mejor. Y, por mucho que insistamos con Rodrygo, que tiene buena pinta para suplente o para jugador que te revolucione un partido, la delantera es también más débil... a la espera de Mbappé.
Salvo golpe de mano de Florentino que ni siguiera vemos los más florentinistas, lo que vimos ayer ha sido el prólogo de lo que veremos en un futuro inmediato, que es lo mismo que hemos visto la temporada anterior y, por cierto, también la otra, aquella en la que se ganó la Liga 34. El Real Madrid siempre ha tenido una posición dominante en el fútbol europeo, siempre. Si UEFA consiente que Paris Saint Germain o City jueguen con una baraja distinta a la que utiliza el resto, el Real Madrid tiene que hacer lobby, tiene que reconquistar cuotas de poder, tiene que poder influir en el máximo organismo del fútbol continental. Aunque por ahí tampoco se puede ir ahora mismo, y más aún después del abortado proyecto de SuperLiga. Y si en el club se conforman con acabar segundos en la Liga y cuartos en la Champions... entonces no reconozco a este Real Madrid. Dentro de un rato me iré al Chiringuito. Y es probable (porque ya se ha convertido en todo un clásico) que volvamos a ver a Florentino Pérez repitiendo eso de &¡tranquilo!& Pero yo estoy intranquilo. Estoy intranquilo porque Nacho y Alaba me parece poca chicha para el centro de la defensa. Estoy intranquilo porque no veo yo que Odegaard vaya a tirar la puerta abajo. Y estoy intranquilo porque me parece que la cuenta de la vieja que vamos a tener que volver a hacer es la misma que se hizo cuando se fue Cristiano: "¿Cuántos marcaba? ¿60? Pues ya está: Benzema mete 30, Bale 20 y Jovic otros 10". Y eso no funciona así. Con eso te da para acabar segundo como mucho y ya sabemos que el segundo es el primero de los que pierden. Eso sí, el Barcelona está en quiebra... Pues vámonos a celebrar eso a Cibeles.