Hoy no es el día de pedirle perdón a Zidane, eso no va a suceder hoy. Ni tampoco es el día de darle las gracias. ¿Gracias por cumplir con su obligación? Él mejor que otros, pero no mejor que yo, que soy madridista de cuna y no de adopción, sabe cual es el nivel del Real Madrid. En el museo del Real Madrid no están alineadas trece placas conmemorativas del pase del club a los octavos de final de la Copa de Europa, hasta Koeman ha sido capaz de clasificar al Barcelona para octavos; en el museo del Real Madrid están las trece Copas de Europa, una detrás de otra, con esas es con las que quiere fotografiarse medio mundo, con las trece. De modo que hoy no le voy a pedir perdón a Zidane, perded cualquier esperanza de que eso suceda, entre otras cosas porque pienso exactamente lo mismo que vengo repitiendo desde hace meses, pero sí se lo pediré en el futuro, mi perdón tiene fecha: 29 de mayo del año que viene a eso de las once de la noche.
Si el Real Madrid juega ese día la final de la Champions en el estadio olímpico Atatürk, en Estambul, y la gana... Zidane me habrá cosido la boca con La Decimocuarta y a mí no me quedará más remedio que pedirle perdón y yo seré feliz por hacerlo. Si ese día el Real Madrid le gana al Liverpool o al Bayern jugando rematadamente mal al fútbol, todo dará igual, pero ayer, ante el Borussia, el Real Madrid cumplió con su obligación mínima imprescindible, la de estar entre los dieciséis mejores equipos de Europa. Si en Sevilla, que no ha ganado nunca una Champions, no le dan las gracias a Lopetegui; si en el Atleti, que tampoco ha ganado jamás una Copa de Europa, no felicitan a Simeone; si en Barcelona están matando deportivamente a Koeman por haber clasificado a su equipo perdiendo el último partido ante la Juve, ¿a santo de qué tengo que pedirle perdón yo a Zidane por haber metido en octavos de final al Real Madrid? ¿Por qué? ¿Me pidió perdón él a mí por dejarme tirado para irse a comprar un tresillo a Muebles La Oca? ¿A que no?
Tampoco pienso pedirle perdón a Zidane si, cumpliendo con su obligación, mi Madrid gana al Atleti. No está en la tradición merengue felicitar a un entrenador de mi equipo por situarlo a tres puntos de su máximo rival capitalino. A los entrenadores del Real Madrid se les da la enhorabuena por los títulos, no por los octavos de final ni por las segundas posiciones. Eso es, al menos, lo que yo aprendí de chico. De modo que, también en la Liga, perded cualquier esperanza de que yo le pida perdón a Zidane... hasta que La Trigesimoquinta esté a buen resguardo. A Heynckes no se le felicitó por La Séptima, se le echó a la calle. No recibió precisamente Pellegrini palmaditas en la espalda por quedar segundo en la Liga, se le destituyó. En el Real Madrid sólo vale ganar, yo pido perdón por títulos y no por unos octavos de final. A Mourinho, que es mejor entrenador de fútbol durmiendo que Zidane despierto, se le sigue llamando despectivamente "semifinalista" por parte de un sector del madridismo porque Ramos envió un penalti a las nubes. El perdón hay que ganárselo, el perdón cuesta, hay que sufrir para ser perdonado, nada es gratis.
Porque, y más allá de la feliz carambola que ha dado con los huesos del Madrid en la primera posición de su grupo mientras que los otros tres equipos españoles han acabado segundos, la victoria de anoche (magnífica, todo sea dicho de paso) hay que contextualizarla. La victoria de ayer en casa ante el séptimo clasificado de la Bundesliga, que festejó en su vestuario el pase a octavos como no celebraría el Real Madrid una Liga Europa, se produjo en el último minuto. Antes de eso, desde octubre, este mismo equipo nos ha hecho sufrir de un modo innecesario y el antimadridismo se ha relamido con la posibilidad de verlo (vernos) luchando por la competición de los malos. Un jugador del Gladbach lo explicó muy bien ayer: "Se ponen cachondos con estos partidos". Ellos puede que sí, a Florentino Pérez, que tiene que cuadrar las cuentas, ya os digo que se le corta la libido. La otra pregunta que queda sin respuesta es por qué ayer sí, por qué ante el Sevilla sí, por qué ante el Barcelona sí, por qué sí ante el Inter y no ante el Cádiz o el Alavés. Y no me vale lo que dijeron Benzema y el propio Zidane de que el fútbol es así porque no es cierto, el fútbol no es así, estos jugadores lo hacen así.
De modo que pediré perdón a Zidane exactamente el 29 de mayo por la noche. No se lo niego, sólo lo retraso. Puedo ponerlo incluso más barato: le pediré perdón si clasifica al Real Madrid para las semifinales. Pero, ¿perdón y gracias por meter al trece veces campeón continental en los octavos de final ganando en el último partido al séptimo clasificado de la Liga alemana? Ese no es el nivel que yo quiero para mi equipo, en absoluto lo es. Seguro que hoy es un día grande en Mönchengladbach, seguro que se habrán tomado unas pintas para celebrarlo y habrán engalanado la ciudad. Seguro que saldrán en romería. Aquí, en Madrid, lo de anoche no nos da ni para tomarnos un vermut de grifo en Casa Camacho. Lo de ayer es otro día en la oficina, uno más. No convirtamos entre todos al Real Madrid en algo vulgar cuando no lo es. El perdón cuando toque, el perdón cuando llegue la excelencia. Entre tanto, a jugar y a callar.