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El penúltimo raulista vivo

Homenaje y fantasmas

El partido contra Australia estaba llamado a ser intrascendente, sí, pero porque España ya tuviera a estas alturas en el bolsillo la clasificación para octavos y no porque estuviera eliminada. En cualquiera de los casos, eliminada la selección como es el caso o clasificada para la siguiente ronda como estaba mandado, a mí no me parece mal que un encuentro así sirva de homenaje. Homenaje para Iniesta, que cumplirá los cien entorchados. Homenaje para Villa, que se va. Homenaje para Reina, que no volverá. Incluso homenaje para Xavi. Si Arbeloa hubiera sido convocado por Del Bosque habría jugado este partido de homenaje entre solteros y casados porque Álvaro estaba para eso, para meterse miles de kilómetros en avión por un amistoso y luego quedarse en tierra a la hora de la verdad: el madridista sí era susceptible de ser faltado al respeto.

Es normal que el partido sirva de homenaje para todo el mundo y también lo es que aquellos futbolistas que son fijos en la alineación titular se quiten de encima el marrón. Ya lo dijo ayer el seleccionador: "Yo pienso en todos, y los jugadores sólo en ellos". Quién sabe qué habría pasado si José Mourinho, por poner un ejemplo que me viene de repente a la cabeza, hubiera dicho algo así. Pero con Vicente no pasa nada porque el periodismo deportivo español continúa tributándole también a él un merecido homenaje, y quien no lo hace es un carroñero. Yo creo que no se habría hablado mejor de España si hubiera vuelto a ganar el Mundial en lugar de caer de una forma tan estrepitosa: echamos el ancla en el gol de Iniesta y de ahí no pensamos movernos.

Las últimas declaraciones de Del Bosque me hacen pensar seriamente que, aunque pueda parecer increíble, está dispuesto a sacrificarse para pilotar con mano firme el necesario e imprescindible cambio cumpliendo por supuesto su contrato hasta 2016. Que es, para que todos nos entendamos, como si tras la batalla de Waterloo el Mariscal Emmanuel de Grouchy se hubiera postulado para recomponer el destrozado ejército napoleónico. Pero Vicente no está para estas cosas, anda ahora muy ocupado con el homenaje de esta tarde, no le molestemos. Anda ocupado en eso y en buscar a sus fantasmas preferidos, aquellos que tienen que ver con la alargada mano del Real Madrid y de su maléfico presidente: Florentino llamó a Aznar, que llamó a Gallardón, que llamó al fiscal, que llamó a Van Gaal para que nos metiera cinco. Pero ese fantasma, con esas sábanas manchadas de mostaza y ese sonido que provocan las cadenas al ser arrastradas por el suelo, es como el espíritu de sir Simon de Canterville y ya no asusta a nadie. A nadie que no quiera ser asustado, claro.

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