Paco Buyo ha sido uno de los mejores porteros españoles de los últimos treinta años, y aún así lo tuvo muy difícil con Fabio Capello. Alguien que se encontraba muy cerca de ambos en ese momento, me dijo que, en uno de los primeros entrenamientos del italiano en el Madrid, el guardameta gallego, consciente de que se estaba jugando la titularidad, quiso ponerle una nota de dramatismo a sus paradas. Eso, el dramatismo, fue probablemente lo que impidió que Buyo fuera internacional con España tantas veces como Zubizarreta. Tres o cuatro palomitas más tarde, Capello se acercó a Buyo y le espetó lo siguiente: "que sepa usted que no me engaña". A Fabio siempre le gustaron los porteros sobrios, aquellos que huían de los focos durante un partido; por eso siempre le gustó Illgner.
Antes dije que la trayectoria de Buyo en el equipo nacional quedó cortocircuitada por su excesivo afán de protagonismo, pero cuentan que su carácter tampoco colaboró demasiado a la hora de ser llamado por los diferentes seleccionadores. Paco era un auténtico gato, un portero con unos reflejos increíbles, pero a veces le perdía el teatro. Viene todo esto a colación porque ayer, en el transcurso del partido de homenaje a Franz Beckenbauer, Casillas se presentó a Mourinho. Seguro que el portugués moverá un montón de piezas con objeto de dar con la tecla exacta antes de que arranque la Liga, pero me juego pajaritos contra corderos (por cierto, el de Los Caños, en Guadarrama, es de largo el mejor de la Comunidad de Madrid) a que Iker es el fijo más fijo de todos los fijos.
Tras la marcha de Raúl al fútbol alemán, Iker Casillas se ha convertido en el emblema del madridismo, su referente más claro y el ejemplo más perfecto para los chicos de la cantera que sueñan con triunfar alguna vez en el primer equipo. Seguro que cuando Iker se retire, dentro de muchísimos años, estaremos hablando del mejor portero español de la historia. Sólo tiene que cuidar algunos pequeños detalles como, por ejemplo, las caritas que les pone a sus compañeros cuando el equipo encaja un gol, pero Casillas es un portero que gana partidos. Me parece que el portugués se sabe de memoria dónde nació, la música que más le gusta y su color preferido, pero, por si Mourinho no le conociera ya, Iker se presentó ayer al más puro estilo John Ford: "hola, me llamo Iker Casillas y hago paradas".