Un periodista al que respeto y admiro, José Miguélez, comentaba ayer vía twitter que el Barcelona se había esperado en la pista a que el Atlético de Madrid recogiera la Supercopa de España, y sentenciaba: "La deportividad no se negocia". Venía a cuento este último comentario por lo sucedido, y suficientemente explicado salvo para quien no quiera darse por enterado, en el partido de vuelta de la Supercopa española de fútbol disputado en el Nou Camp y que acabó con la victoria culé por 3 goles a 2. Siempre me ha llamado la atención esa pinza, claramente perjudicial y empequeñecedora para el club rojiblanco, que forman culés y colchoneros contra madridistas. Si mi amigo Miguélez estuviera aquí ahora mismo tomaría la palabra para decirme muy serio y circunspecto que él no es atlético sino periodista: tampoco pienso discutir al respecto de eso porque a la vista está qué es cada cual en este oficio de locos.

Por supuesto que con la deportividad no se negocia, pero con la historia tampoco. El 24 de abril del año 2000, no estoy hablando del Paleolítico, el Barcelona tenía que jugar el partido de vuelta de las semifinales de Copa ante el Atlético de Madrid. En la ida había perdido por 3-0; puesto que nueve de sus jugadores tenían compromisos internacionales tres días después, el Barça trató de aplazar sin éxito el partido para el 16 de mayo. Van Gaal, que era por aquel entonces el técnico culé, no le pidió en ningún momento a Rijkaard, que era el seleccionador oranje, poder contar con sus seis holandeses, al contrario. Ese 24 de abril de 200 el Barça se presentó en el campo sólo con 10 jugadores, y su capitán, un tal Pep Guardiola, le comunicó a Díaz Vega que no iban a jugar. El equipo azulgrana fue eliminado de la competición y castigado a no participar en la próxima edición de Copa, pero la federación se pasó por el arco del triunfo su propia reglamentación e indultó al club catalán... ¿He oído deportividad?...

No quiero recordar de nuevo aquí lo que pasó con la clausura del Nou Camp tras el "cochinazo", lo que sucedió con el partido que Laporta le colocó al Sevilla a las doce y cinco de la noche y tantos y tantos capítulos que algunos parecen haber borrado de la historia reciente culé porque Messi, Xavi e Iniesta juegan fenomenal al fútbol. Por cierto que con el tan cacareado "modelo" azulgrana tampoco debería poder negociarse. Los modelos de comportamiento sólo son ejemplarizantes si los aplicas también cuando te perjudican y no únicamente cuando resultan beneficiosos. Cuando Rosell dice que sin Qatar Foundation, que es lo que es y viene de donde viene, el Barcelona "sería más pequeño y no podría mantener su estatus", está vendiendo su famoso modelo al mejor postor por 165 millones de euros. Basta ya de monsergas. Que comulguen otros con esa rueda de molino.