Como en la canción de Julio Iglesias, la vida sigue igual... en la Liga española: el Barcelona apabulla, el Madrid titubea, Xabi secunda a Casillas en lo de que ellos no deben preocuparse de los azulgrana sino de mejorar, el de los Verdes no dice ni esta boca independentista es mía acerca del despilfarro de Ibrahimovic y el diario As regala el pijama del Real en tres tallas, pequeña, mediana y grande. Ya sé que esto acaba de empezar, me sé de memoria la canción; también me sé lo de los nuevos y el complicado acoplamiento, y lo de que el campeón tiene un equipo hecho desde hace tiempo; sé que Mourinho dará tarde o temprano con la tecla y que el Madrid será finalmente un equipo competitivo, y que, si las cosas no carburan, saldrá el ingeniero en Telecomunicaciones a pasar factura. La letra y la música son las de otros años.
Pero lo cierto y verdad es que el Barcelona aventaja al Madrid en dos puntos, (sí, sí, el famoso "puntaje"), y que o mucho me equivoco o el equipo catalán va a dejarse muy pocos por el camino. Por eso me rebelan declaraciones como las de Iker Casillas, ahora respaldadas por Alonso; lo de Xabi me preocupa menos porque es un recién llegado, pero de un capitán sí exijo que arriesgue y diga las cosas como son. Naturalmente que el Madrid debe mejorar, y por supuesto que el Barcelona debe preocuparles, y mucho, a los merengues. Estoy harto de lugares comunes y frases hechas, harto de que los futbolistas no digan en voz alta lo que pensamos todos para nuestros adentros, harto de que se lesione Kaká y de que Ronaldo tenga para tres semanas, harto de que la vida en la Liga española siga igual.
Ayer ya empecé a escuchar lo de los plazos: si el entrenador del Sevilla está en la picota por haber sido eliminado de la Champions con un presupuesto cinco veces menor que el del Madrid, ¿habrá quien cuestione ya a Mourinho?... Y por supuesto que lo habrá. Confieso que no vi el partido del Real (tenía que madrugar mucho para venir a Santiago para abrazar al santo y pedir por todos los participantes del blog), pero tengo entendido que no me perdí nada de nada: cerocerismo, ocasiones falladas, típico arreón final y el portero rival convertido en nueva estrella del fútbol mundial. Harto como estoy de que la vida en la Liga siga igual y de que el pijama talla grande de Relaño no me quepa, pediría un pelín más de riesgo en las declaraciones. Hasta para eso es bueno Cristiano.