A Bill Shankly se le atribuye la siguiente frase: "La directiva ideal está compuesta por cuatro hombres, tres muertos y un agonizante". Shankly estuvo quince años en el Liverpool, club que cambió de arriba a abajo, pese a lo cual, aún siendo un mito, siempre receló de sus jefes. El mejor entrenador del Real Madrid es aquel que ya no está ni tiene trazas de volver jamás (ahora, de repente, se reclama la vuelta de Mourinho, a quien se apuñaló por la espalda), aquellos que, desafortunadamente, abandonaron para siempre el mundo de los vivos (Muñoz, Molowny) y alrededor de los cuales, y puesto que ya no se pueden "defender" de sus aduladores, se entreteje impunemente un falso misticismo, y los que están siempre por llegar (Pochettino, Klopp...) a lomos de su caballo... blanco, por supuesto.
Uno ya accede moribundo al puesto de entrenador del Real Madrid y, como el reo de muerte que conoce el momento exacto en el cual será ajusticiado y va tachando los días en el calendario, sabe que con cada nuevo entrenamiento se le escapa la vida. Tampoco te vale para mucho haberlo ganado todo, ni siquiera La Séptima después de 32 años de travesía por el desierto: se accede al puesto de entrenador sabiendo que estará en el cargo, como muchísimo, tres años. La diferencia entre Zidane (y, curiosamente, también Mourinho) y el resto es que mientras todos tratan de evitar lo inevitable y hacen mil y una piruetas personales y deportivas para intentar alargar en vano su experiencia, que, pese a todo, debe resultar placentera, el francés no va a mover ni un solo dedo para "vivir" en el Madrid más allá de lo estrictamente necesario.
Quiero decir que Zidane no será un problema porque Zidane es el Real Madrid. Mucha gente, muchísima, ha fichado por el club blanco, pero muy poca ha acabado conociéndolo. El conocimiento que Zizou tiene del Madrid es total y sabe que el toro que le va a cornear hace ya mucho tiempo que está paciendo en la pradera. La situación de Zidane, como la de Mourinho, es también especial por otro motivo y es el grado de crueldad que algunos aficionados madridistas empiezan a emplear contra él. Muchos de los que ahora reclaman el regreso del portugués le dieron lamentablemente la espalda cuando estuvo aquí y acabaron adquiriendo en el mercado negro la mercancía caducada que vendía el antimadridismo. Me gustaría pensar que con Zidane va a ser diferente, pero, por las señales que empiezo a recibir, también con él me temo lo peor: acabarán triturándolo, haciendo con él hamburguesas y echándoselas de comer a los perros.