Si el Fútbol Club Barcelona no lograra salir esta noche airoso de Old Trafford habría cerrado una temporada desastrosa después de otra ciertamente lamentable. Si el Barça no consiguiera hoy empatar con goles o ganar al Manchester United, al minuto siguiente de salir por el túnel de vestuarios empezarían a filtrarse las famosas listas negras y los nombres de los craks que sustituirán a Ronaldinho, Deco y compañía. Si el equipo culé saliera hoy derrotado del teatro de los sueños, compuesto y sin la guapísima novia de la Champions, abandonado a última hora en el altar y con el corazón partío, despechado y hundido, roto en mil pedazos, empezarían a producirse los primeros codazos a lo Kurt Rambis para entrar en las quinielas de sucesores de Frank Rijkaard. Si el Barcelona que pudo ser la reedición del dream team se despeñara, si saliera hoy de Inglaterra con el rabo entre las piernas, su desolación sería el paraíso para los merengues. El fútbol funciona así.
Joaquín Garrigues Walker diría eso de "¿hablamos como caballeros o como lo que somos?"... ¿Qué quiere hoy el madridismo?... Si hablamos como caballeros, el madridismo quiere que un equipo español se clasifique para la final de la Champions; si hablamos como lo que somos, lo que quiere el madridismo es que el Barcelona, su enemigo natural, su adversario genético, su rival histórico, la otra cara deportiva de la moneda, se estrelle en todas y cada una de las competiciones que dispute, desde la Copa de Cataluña, pasando por la Copa de Europa o el torneo de la galleta. Porque al revés funcionaría exactamente igual. Porque es ley de vida. Porque de otra manera esto no tendría ninguna gracia. Porque, por lo mismo, a Enrique Cerezo le pitaron los oídos durante siete días por posar con una camiseta del Madrid. Porque lo contrario no se entiende o, si se entiende, es por puro fariseismo y gracias al imperio de lo políticamente correcto.
El diario Sport titulaba ayer así: "Calderón será culé por un día". Y los pajaritos cantan. Y las nubes se levantan. Achupé, achupé, sentadito me quedé. ¿Cuándo fue José Luis Núñez madridista por un día? ¿Cuándo lo fue Joan Gaspart, que en una ocasión llegó a decir que de las nueve Copas de Europa del Madrid sólo valían tres? ¿Cuándo ha sido madridista por un día, por una hora, por un minuto, por un segundo, por una décima de segundo, Joan Laporta?... La declaración de Calderón es la de un candidato a la presidencia del Gobierno, no la de un presidente del Real Madrid, y sólo sirve de mofa, burla y escarnio porque todo el mundo sabe que miente cuando dice que será culé por un día. ¿Irá a Moscú si el Barça se clasifica para la final? ¿Botará si los culés ganan la tercera? ¿Se fotografiará con el presidente en potencia de la República Independiente del Barça? ¿Se pondrá la camiseta de Messi?... ¿Hablamos como caballeros o como lo que somos?