Dicen que José Mourinho pretende utilizar el encuentro de Liga contra el Ahtletic en San Mamés como banco de pruebas para el partido de Champions contra el Borussia de Dortmund en el Signal Iduna Park. El portugués sabe que está a sólo cuatro partidos, que serán cuatro finales, de redondear una temporada ciertamente excepcional. Porque nadie podrá negarme que el curso futbolístico sería de matrícula de honor si, por esas casualidades que a veces tiene el fútbol, el Real Madrid acabara ganando la Décima y también la Copa del Rey... ¿O sí habría alguien que lo negara?... Sí, probablemente habría alguien, pero en realidad eso daría absolutamente igual, ¿verdad?... Hace mucho tiempo que el club blanco sabe que se encuentra más solo que la una mediáticamente hablando y que todo lo que consiga será oportunamente silenciado o simplemente despreciado. Qué se le va a hacer, es la España que nos tocó vivir.
Precisamente en la línea de esto que acabo de comentar, ayer se produjo una escena que refleja la absoluta normalidad que preside las relaciones entre dos compañeros de equipo como son Iker Casillas y Diego López. Esa escena, claro, careció del eco de aquella otra en el túnel de vestuarios del campo del Galatasaray y que sirvió para que alguien con mucho tiempo libre y poca vida interior no parara de hurgar hasta que al fin logró que se pensara que Iker no había saludado a Diego porque no le perdonaba su titularidad. Claro que, comparado con el escandalazo que supone la suplencia de un jugador, es lógico que el espionaje al que el Barcelona sometió en su día a Gerard Piqué por tierra (Visa), mar (teléfono) y aire (GPS) pase a un segundo plano. Por cierto que el espionaje fue instigado por aquel individuo tan simpático que nos llamó chorizos a todos los españoles por el simple hecho de serlo, cuestión ésta que supongo que le serviría para ascender rápidamente en el escalafón culé.
Y hablando de titularidades y de suplencias. Hace casi tres lustros que el señor Casillas debutara en San Mamés y hoy será la última vez que el Real Madrid, que ha sido de largo el equipo que más veces ha visitado La Catedral, juegue en este mítico campo, que cierra definitivamente sus puertas; de ahí que se especule tanto con un posible guiño de Mourinho al primer capitán merengue. No lo sé. Sinceramente que no lo sé. Sí tengo la absoluta certeza de que haga lo que haga, alinee a Iker o ponga a Diego bajo los tres palos, al técnico madridista no pararán de sacudirle más que a una estera. Por cierto que, probablemente por cuestiones que han tenido más que ver con lo extradeportivo que con lo estrictamente futbolístico, el equipo blanco nunca ha sido especialmente bien recibido por Bilbao. Esperemos, y deseemos, que eso cambie hoy. Al menos hoy.