Angel Cappa regaló el otro día a sus oyentes un profundísimo pensamiento: "Con Messi, el City habría tenido más posibilidades de ganar al Barça". ¡Acabarámos!... ¡Así que el fútbol es, en el fondo, de los futbolistas!... Cappa, que no mintió con lo de Messi, podría haber añadido perfectamente que con Busquets, Iiniesta, Suárez y Neymar el City habría tenido aún más posibilidades de ganar en el Camp Nou y nadie le habría dicho nada. Lo que Cappa trata de hacer con su reflexión es salvar a Guardiola de la quema después de su lamentable partido del miércoles: "Oiga, con Messi en el equipo rival es imposible ganarle al Barça". Pero el entrenador argentino parte de una premisa falsa puesto que el Barça ha perdido muchos partidos con Messi en el campo, muchos; y, además, lo ha hecho contra equipos bastante peores que el del City y, por supuesto, con muchísimo menos presupuesto.
Decía que Cappa, que interiorizó hace tiempo que Pep es el inventor del fútbol moderno, intentaba salvar el otro día de la quema a Guardiola porque el idilio de la prensa inglesa con el entrenador se terminó al poco de empezar. "¡Más madera, esto es la guerra!", parecen gritar desde las redacciones de los principales tabloides. La rueda de prensa del viernes de Guardiola es una de las más surrealistas que recuerdo y deja asomar, aunque nunca del todo, al auténtico Pep: soberbio, déspota, obsesivo y con aires de grandeza. Sólo Mourinho logró, después de muchas intentonas, sacarlo de sus casillas, de ahí que me llame tanto la atención su reacción airada y chulesca: "Yo he ganado tantos títulos... Soy bueno pero no tanto... Antes de cambiar mi estilo me vuelvo para España"...
Guardiola tiene la piel demasiado fina. Tratado como un pequeño dios en Barcelona y contratado por el Bayern como si fuera el mismísimo Merlín, Pep ha llegado a la Premier con la sacrosanta misión no sólo de ganar sino de cambiar el fútbol inglés. Ahora se queja de las críticas pero cuando arrancó enlazando una victoria detrás de otra e incluso imponiéndose fuera de casa al United, que tiene peor equipo lo mires por donde lo mires, no salió a la sala de prensa para advertir de que él no era ningún mago ni a decir tampoco que el City venía de estar treinta años fuera de Europa. A Guardiola, que siempre ha tenido plantillones, se le exige que gane porque su fórmula (y su sueldo millonario) acredita que tiene el secreto del éxito, pero él sólo acierta a balbucear que Messi es imparable. Pues no es así, querido; aquí, en ocho jornadas de Liga, ya han pasado por la piedra al Barça Mauricio Pellegrino, Simeone y Berizzo. Y ninguno de los tres tiene al Kun.