Leo Messi, que al parecer tampoco sabe nada de Hacienda, niega ahora haber "gravitado" alrededor del fichaje del Tata Martino por el Fútbol Club Barcelona. Y, tal y como yo lo veo, aquí sólo caben dos opciones: o miente Messi o miente Martino. Me pregunto lo siguiente: ¿Qué motivo tendría el Tata para mentir en algo como eso?... Aparentemente ninguno. ¿Qué ganaba Martino enfangando sus relaciones con el crack y con su familia antes de aterrizar en nuestro país?... Nada. Lo más seguro es que cuando Martino dijo lo que él sabía, que además es de Perogrullo, lo hiciera sin darle la menor imporancia y sin conocer aún la fama que Messi tiene en España de hacer y deshacer a su antojo. Es más, me atrevería a decir que el Tata pretendía halagar y no ofender a Leo. Supongo que, bien aleccionado y tras comprobar lo mal que le sentó a Messi que le descubrieran en público, Martino matizará su palabras.
El asunto de la "gravitación" de los Messi no deja mal a Leo, que es hasta cierto punto lógico que tire de galones y que use el indudable poder que tiene en el club, ni tampoco a Martino, que a partir de ahora dependerá única y exclusivamente de los resultados que coseche, sino a Sandro Rosell. El presidente queda como un simple subalterno de la estrella, que es Leo, y al albur de lo que decidan los padres y los hermanos del jugador franquicia. El Tata ha cometido un indudable pecado de indiscreción puesto que, aunque todo el mundo tiene más o menos claro que Messi influyó para que Eto'o, Bojan, Ibrahimovic y ahora Villa salieran por piernas del equipo, esas cosas no suelen reconocerse jamás en público. Será divertido comprobar cómo el nuevo entrenador del Barça trata de explicarnos el significado que el verbo "gravitar" tiene en Argentina, que será cualquiera menos el que tiene aquí, en España.
Es cierto que el asunto de la "gravitación" carece de estética y no parece muy ético. Y tampoco le habría dado más importancia de la que en realidad tiene, que será la que quiera otorgarle al asunto el legítimo representante de los socios culés, que es el presidente, de no haber sido por la kafkiana justificación que algunos colegas de profesión, que en su día acribillaron a Florentino Pérez cuando éste aceptó la recomendación de Luis Figo de fichar a Carlos Queiroz, han hecho ahora de Messi. Tiene tanta miga el apoyo sin fisuras a una circunstancia que no es ni medio normal como el juicio paralelo al que se sometió en su momento a la Fiscalía de Delitos Económicos de Barcelona, que lo que persigue es el bien común, cuando tuvo la tremenda osadía de querellarse contra Leo y contra su padre por un presunto fraude fiscal cercano a los 4 millones de euros. Hoy Leo, que tampoco sabía nada de Hacienda, está imputado por aquello y ha pagado otros 10 millones en una declaración complementaria de la Renta de 2010 y 2011.