Gracias, Rafa. Sí, sí: gracias, Rafa. Empiezo a escribir con Nadal dos sets abajo, pasando muchos apuros, y un Djokovic absolutamente imperial, ajustando tanto la bola que hasta al Ojo de Halcón le cuesta decidir la jugada. Puede que el serbio se haya convertido para Rafa en el Nadal de Federer o el Borg de Connors, quién sabe. Pero yo, independientemente de lo que pase en esta final de Wimbledon, al margen de que sea capaz o no de remontar un partido que tiene muy cuesta arriba, un domingo más quiero darle desde aquí las gracias. Mientras oigo los comentarios de Emilio Sánchez Vicario, que define a Nole como una suerte de vampiro psicológico, y mientras escucho las atronadoras ovaciones del grupo familiar más numeroso (el de Djokovic) que uno logra recordar en la mítica pista central del All England Lawn Tennis and Croquet Club, yo quiero darle las gracias a Nadal.

El otro día leí unas declaraciones de Toni Nadal en las que venía a decir poco más o menos que Djokovic estaba jugando realmente bien al tenis pero que en hierba se equilibraban las fuerzas y podía pasar absolutamente de todo. Quién nos lo iba a decir. Aún recuerdo cuando se repetía aquello de que la hierba era para las vacas, dando a entender que el microclima ideal de los tenistas españoles era sin lugar a dudas la tierra batida, que no debían salir de allí para evitar disgustos y que, en cuanto intentaran sacar los pies de aquel tiesto de polvo de ladrillo, les volarían literalmente la cabeza. Nadal, con su insistencia perfeccionista, también acabó con aquel mito, alimentado por cierto desde dentro por compatriotas nuestros bastante más acomodaticios que el jugador manacorí.

Por eso: gracias, Nadal. Mil veces gracias. Ayer le oí decir que si ganaba la final de Wimbledon se iría de vacaciones a su casa, y que si perdía la final de Wimbledon... haría exactamente lo mismo aunque un poquito más triste. La verdad es que ya ni recuerdo la cantidad de domingos que he dedicado un artículo a los éxitos de Rafa Nadal. No creo equivocarme si digo ahora que Nadal es el deportista español a quien más veces he citado en El Penúltimo Raulista Vivo, sin contar, por supuesto, al propio Raúl. Por eso no creo que haya que esperar hasta ver qué pasa hoy en la final para volverle a agradecer todo lo que está haciendo por el tenis español. Gracias, mil gracias, Rafa Nadal.