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El penúltimo raulista vivo

Gillett, Hicks y los sentimientos de Torres

El entorno profesional y mediático (y créanme que a veces es realmente difícil distinguirlos) de Fernando Torres lleva una semana dando la murga, tratando de lavar su conciencia y, ya puestos, intentanto también lavarnos a todos los demás el cerebro con la pamplina de que el pase al Liverpool será bueno para ambas partes, Atlético de Madrid y futbolista. Mentira podrida. Si, como parece, Torres acaba jugando en la Premier League, la operación será muy buena para el jugador y desastrosa para el equipo de sus amores y de los amores de su familia. Alguien tendría ya en la cabecita esta posibilidad cuando, no hace tampoco tanto tiempo, se amplió el contrato del "niño" -una cortina de humo- para así poder rebajar en más del doble su cláusula de rescisión de contrato. Los atléticos no podrán estar nunca de acuerdo con que se venda a Torres, del mismo modo que los madridistas no estarían nunca conformes con la marcha de Iker Casillas o los barcelonistas con la de Ronaldinho.
En el acto de presentación de su ampliación de contrato hasta 2009, Torres calificó como un "gesto simbólico" la rebaja de su cláusula en cincuenta millones de euros. ¡Caray con el niño! No sé a ustedes, pero a mí cincuenta millones de euros me pueden parecer cualquier cosa menos un símbolo. Ese mismo día dijo que no había nada por encima de los sentimientos, y acabó sentenciando que "cuando un jugador se quiere ir, se va, ya tenga un millón o doscientos de cláusula". Esa es la única verdad: cuando un jugador se quiere ir, se va. De forma que si, tal y como adelantara la Cadena Cope hace diez días, Torres acaba aceptando la oferta del Liverpool, no será por la cabezonería de Rafa Benítez, que es muy cabezón, ni por los millones de Gillett y Hicks, que tienen muchos millones, ni porque Enrique Cerezo quiera desprenderse de él, que no quiere, sino porque Fernando Torres habrá decidido que ya está bien de no comerse un colín en su equipo de toda la vida.
De forma que, encuestitas y filtraciones interesadas al margen, la marcha de Torres será muy buena para él y desastrosa para el club. Ni cien forlanes podrán cubrir su baja. Hay quien va diciendo por ahí que el "niño" ya ha hecho todo lo que podía. Y yo me pregunto: ¿qué ha hecho Torres en el Atlético de Madrid? Nada de nada. El tiene la última palabra, desde luego. Deberá elegir entre sus sentimientos y la Champions League, entre la mejor afición del mundo y la de Anfield Road, entre un proyecto titubeante y otro consolidado, firme y creciente. Si es por eso, Torres seguirá. Porque, como él mismo aseguró, no existe absolutamente nada por encima de los sentimientos, salvo, quizás, Gillett y Hicks.

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