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El penúltimo raulista vivo

Ganarán los malos

La semifinal se perdió allí. De una eliminatoria de 180 minutos el Real Madrid tiró 90 a la basura y así resulta complicadísimo eliminar a nadie, menos aún al vigente campeón de la Bundesliga. La final pasaba por realizar un verdadero milagro en el partido de vuelta con el tremendo esfuerzo mental y físico que ello conlleva. Una vez más Mourinho tenía razón y si la actitud, también puesta en solfa por el propio Ramos nada más acabar el partido en Dortmund, hubiera sido otra no habría sido necesario recurrir al espíritu de Juanito. Era muy difícil pero no era imposible y, colocados en esa difícil tesitura, ahí sí es cuando club, afición y jugadores volvieron a dar lo mejor de sí mismos... porque, al final, el milagro estuvo a un golito de producirse. Pero que nadie se engañe: la semifinal se perdió hace justo una semana.

El partido tiene poco que analizar; o mucho si queremos ser puntillosos: veinte minutos gloriosos en los que el Real Madrid pudo colocarse perfectamente 3-0 arriba en el marcador y, justo a renglón seguido, el lógico subidón alemán tras ver su portería sorprendentemente a cero tras el tsunami inicial. Una segunda parte de toma y daca y que quien más y quien menos dio por amortizada, un paradón de Diego López de los que hacen historia y que permitió a su equipo continuar otro ratito con el gotero a cuestas y la respiración asistida y ese arreón final madridista en el que a punto estuvo el equipo de protagonizar un milagro dentro de otro milagro. Yo, más allá de lo que sucedió sobre el campo, me quiero quedar con lo que aconteció fuera de él y que puede resultar definitivo para otear por dónde irá el futuro inmediato de la institución.

De lo dicho por Mourinho a la televisión inglesa (porque luego ofreció otra versión distinta en la rueda de prensa con todos los medios de comunicación) y de lo sugerido, o por mejor decir no sugerido, por Cristiano cuando mi compañero Yon Cuezva le preguntó por el futuro del entrenador, deduzco que parece inevitable que ganen los malos. Me sorprende que haya alguien que se sorprenda cuando José Mourinho dice que en España hay mucha gente que le odia. Salvo milagro más milagroso aún que el deportivo que debía producirse anoche ganarán los malos, los mediocres, los frustrados. Hoy, doce horas después de que el Madrid haya caído por tercer año consecutivo en las semifinales de Champions, sigo creyendo a pies juntillas que este es el proyecto bueno, pero es que aún no creyéndolo si yo fuera Florentino Pérez no dejaría que en mi guiso metieran sus zarpas gentes con ponzoña en el corazón. Ojalá me equivoque, ojalá, pero tiene toda la pinta de que, después de tres años durísimos, el club cederá independencia por un poquito de paz.

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