En el fútbol, como en los toros, lo más inmediato casi siempre sale victorioso, y eso es así porque, al contrario de lo que sucede en otras disciplinas artísticas como el cine, la literatura o la música, no existe registro, en este caso visual, de algunos de los mejores jugadores y toreros de la historia. Y, en caso de existir, o está muy dañado o es muy difícil conseguirlo. Uno puede ver repetida cuantas veces quiera La fiera de mi niña o Arsénico por compasión y llegar a la conclusión, inevitable desde mi punto de vista, de que Cary Grant, que lleva muerto veinte años, es el mejor actor de toda la historia e infinitamente mejor actor de lo que pueda serlo jamás, por poner sólo un caso, Jack Nicholson. Otra cosa distinta es que si, ahora mismo, en este preciso instante, saliéramos a la calle e hiciéramos una encuesta sobre quién ha sido el mejor actor de la historia, Nicholson sacaría mucha ventaja a Grant. Pero eso no tendría tanto que ver con la inmediatez como con el buen gusto.
El otro día me sorprendió mucho ver cómo un veterano aficionado madridista felicitaba a Zinedine Zidane porque había sido el mejor futbolista que él había visto en el estadio Santiago Bernabéu. No sé cuántos años tendría, setenta, puede que setenta y cinco. La edad suficiente, en cualquiera de los casos, como para haber visto en acción a los Di Stéfano, Puskas, Gento o Rial de los que habla sin cesar todo el mundo. Sin embargo la actitud de este aficionado es perdonable por dos motivos: el primero es que Zidane ha sido, tal y como él afirmaba, un extraordinario futbolista, un jugador único; el segundo motivo, más sentimental, es que, justo ese día, el francés se despedía como futbolista profesional. Pepe, Luis, Antonio o Juan, como quiera que se llamara ese viejo madridista, perseguía homenajear a Zizou y cargó la mano. El suyo es un pecado venial.
Seguro que, entre los aficionados más jóvenes, Zidane tiene ventaja sobre Puskas o Di Stéfano del mismo modo que la tendrá, imagino, el Juli sobre el Viti. A mi modo de ver sólo existiría una forma de resolver la hipotética disputa entre uno y otro maestros del toreo, y sería pudiendo verles a ambos en acción, repetidamente, y así apreciar con detalle sus mejores y sus peores corridas, porque cuando uno es muy bueno, muy bueno, muy bueno, lo es incluso cuando tiene una mala tarde. Para esa encuesta perfecta no valdrían un pase de pecho por aquí o una gaonera por allá, igual que no valdrían tampoco un taconazo o un pase de la muerte sueltos. Habría que verlo todo. Y habría que verlo muchas veces.
El Mundo Deportivo acaba de realizar una encuesta entre todos sus lectores para saber el once ideal de la historia del Barça. El más votado ha sido Puyol. Más que Ramallets. Más que Kubala. Más que Luis Suárez. Más que Asensi. Más que el mismísimo Johan Cruyff. Más que Maradona. Más, por supuesto, que los apestados Figo o Ronaldo. Más incluso que Ronaldinho. Más que Simonsen. Más que Koeman. Más que Samitier. Más que Guardiola. Puyol ha sido más votado que ninguno de ellos. Vuelve a ganar la inmediatez. Y de nuevo pierde Cary Grant.