En julio de 2006, después de pedir disculpas en siete idiomas diferentes, Pablo Ibáñez dijo algo muy sensato: "en el campo es donde realmente se debe pedir perdón". Pero, desde que la candidatura de Juan Palacios filtrara su nombre a la prensa y después desapareciera en bloque misteriosamente, (por cierto, ¿dónde está Palacios? ¿alguien ha vuelto a verle desde las elecciones? ¿qué es de su vida? ¿se presentará en 2010 para desaparecer otra vez?) lo cierto es que Pablo, defensa central en el que el Atlético tenía depositada mucha confianza, se ha derrumbado, arrastrando detrás de él a Perea, jugador por quien en su día llegaron a estar interesados los mejores clubes de Europa. En su defensa, Pablo esgrimió el hecho de su juventud, pero, incluso con los 24 años que tenía entonces, cualquiera mínimamente informado sabe que sólo existe en el fútbol español un pecado mayor que jugar en el Atlético de Madrid y fichar por el Real Madrid: jugar en el Atlético de Madrid, anunciar el fichaje por el Real Madrid y luego tener que seguir jugando en el Atlético de Madrid.
Pablo trata de hacernos ver que le engañaron, pero no fue así. Camacho, o quien fuera, le puso delante un contrato con muchos ceros y por muchos años y al chaval le cegó el dinero y la posibilidad de vestir de blanco. Sus representantes, que para eso cobran, tendrían que haberle recomendado a su jugador que no se le ocurriera firmar en aquella inservible servilleta con un caballero que, por si fuera poco, sólo tenía un veinte por ciento de posibilidades de salir elegido, pero a Pablo le dijeron "Real Madrid" y sencillamente perdió la cabeza. No recuerdo un fichaje atlético más controvertido que el de José Antonio Reyes, y eso fue porque, cuando tuvo ocasión de elegir, se fue al Madrid y luego, al volver obligado, ya no pudo convencer a nadie, y eso que lo intentó, de que su primera opción siempre había sido el Atleti. La policía no es tonta, aunque Reyes, y más aún después de su exhibición merengue del domingo, sí lo parezca.
A Pablo no han parado de gritarle en el entrenamiento de esta mañana que se vuelva raudo para Albacete. Para Albacete no sé, pero me parece que sí debería darle un par de vueltas a la posibilidad de marcharse del Atleti. En el derbi de este domingo, el defensa no sólo no redimió sus culpas sino que puso negro sobre blanco que cuando juega contra el Madrid está más nervioso que un flan. Fernando Torres, que acabó yéndose al Liverpool de aquella manera, siempre lo tuvo clarísimo y en cualquiera de sus entrevistas afirmaba rotundamente que sólo había un equipo en el mundo al que no se iría jamás en la vida en el hipotético caso de tener que marcharse del Atleti: al Madrid. Pablo, como le sucede a Reyes, son jugadores de ida y vuelta porque no podrán conquistar nunca el corazón de una afición que, perdiendo por 2-0 contra el Real, sigue animando a su equipo en el minuto 90 de partido. Los colchoneros son muy sentidos para sus cosas y, como le ocurre a todo el mundo, no les gusta que les tomen el pelo. En eso no son especiales.