Hoy hace veinticinco años que el Fútbol Club Barcelona cerraba la contratación del argentino Diego Armando Maradona. La negociación, tal y como se relata hoy mismo en los diarios deportivos catalanes, fue muy complicada, como todo lo que rodeó siempre al jugador. Maradona era un futbolista complejo porque es una persona extraña, en el sentido de raro o singular. Desarrolló una habilidad extraordinariamente rara para jugar al fútbol y, aunque nunca sabremos si fue antes el huevo o la gallina, yo creo que aquella maña suya, aquel superpoder que no tuvo que trabajar y que obraba el milagro de transformar en oro todo aquello que tocaba con su varita mágica, le cambió, convirtiéndole en un tipo huraño, desconfiado, celoso y complicado, muy complicado. Tanto o más que la negociación que cerró Núñez hace un cuarto de siglo.
¿Cuánto valdría hoy Maradona? La pregunta es inútil y entretenida a partes iguales. Es inútil porque resulta imposible colocar en la misma balanza épocas, estilos de vida, tácticas, preparación y hasta materiales deportivos totalmente distintos. Pero también resulta entretenida puesto que nos permite pasar un rato divertido jugando al "fútbol ficción", y a los futboleros –y creo entender que también a los taurinos– nos encanta eso de comparar a Di Stéfano con Pelé, y a éste con Cruyff, y a aquel con Maradona, y a todos con Zidane. ¿Es el quinto elemento Zizou? ¿Está un escalón por abajo? ¿Y Beckenbauer? ¿O Puskas? ¿No merecerían ellos también acompañar al póker de intocables?
En el año 1982, el Barcelona tuvo que pagarle a Boca Juniors algo más de ochocientos millones de pesetas en concepto de traspaso. Zidane, por ejemplo, le costó al Real Madrid trece mil millones de pesetas en 2001, y el francés cobró en España más de mil millones por cada una de sus cinco temporadas aquí. Tengo para mí que, de haber nacido diez años después de lo que lo hizo, Maradona habría superado esas cantidades. Y eso que no cambió el rumbo del fútbol mundial como sí hizo sin embargo Alfredo di Stéfano. Lo que nos conduciría a la siguiente pregunta: ¿cuánto valdría hoy la "saeta rubia"?
Alguna vez he contado que el día que Núñez juntó en el mismo equipo a Maradona y Schuster tuve la impresión de que al Real Madrid le esperaba un largo y crudo invierno. Al final no fue así y aquello acabó saltando por los aires. Salvo el impacto mediático inicial, Maradona, que ha sido de largo el mejor futbolista que yo he visto en acción sobre un terreno de juego, pasó luego sin pena ni gloria por España, conquistando con el Barça sólo una Copa del Rey y un par de torneos menores. En Italia sí demostró todo lo que llevaba dentro y logró dos Scudettos con el Nápoles. Además ganó un Mundial con Argentina, el del 86, y una Copa de la UEFA. Don Alfredo, sin embargo, ganó con el Madrid cinco Copas de Europa, ocho Ligas, una Intercontinental y una Copa. O sea que Abramovich, los Glazer, Gillet, Hicks y Berlusconi no tendrían hoy dinero suficiente para contratar a Alfredo di Stéfano. Yo creo que Núñez pensó que él era Santiago Bernabéu y que convertiría a Maradona en su Di Stéfano particular. Hoy sabemos que no fue así, pero en Barcelona dirán, y con razón, que fue bonito mientras duró.