Ni medio minuto tardaron los representantes del Real Madrid y del Atlético de Madrid en ponerse de acuerdo sobre el escenario de la final de la Copa del Rey. Y eso que, debido nuevamente a la improvisación federativa, la negociación llegaba otra vez de nalgas debido al pacto "top secret" que, según Enrique Cerezo, alcanzaron hace treinta, cuarenta o cincuenta años, que eso tampoco lo tenía demasiado claro, los presidentes de uno y otro club. Pero, gracias a Dios, reinó por una vez la cordura y, pese a que el presidente atlético dijo en las vísperas que la finalísima se jugaría en el estadio Vicente Calderón sí o sí, al final fue que no y será el estadio Santiago Bernabéu el que albergará la fiesta del fútbol español. Ganan todos, empezando por el mismísimo Rey a quien, por cuestiones de seguridad y ahora también de salud, tampoco conviene andar moviendo para arriba y para abajo.
Entre tanta insensatez y ante semejante dejación de funciones por parte de los desorganizadores del evento en cuestión no creo que convenga pasar por alto la actitud seria, responsable y coherente de los representantes de los dos clubes madrileños. Freixa ya tiene su anhelada final copera en el estadio Santiago Bernabéu, aunque en ella no vaya a estar implicado el Fútbol Club Barcelona. Ese día, por cierto, no habrá pitos e insultos al jefe del Estado, se aplaudirá el himno nacional por parte de ambas aficiones, jugarán dos clubes que se sienten profundamente españoles, abundarán a buen seguro las banderas rojigualdas, nadie tendrá que subir los decibelios para ahogar la jarana, el director de deportes de Televisión Española no se verá forzado a hacer un paripé y no seremos una vez más la vergüenza de Europa. Y nadie le hará un "calvo" a don Juan Carlos.
Quien más cede en todo esto es por supuesto el Real Madrid. Al Atlético se le da muy bien el Bernabéu en este tipo de partidos y Mourinho no quería poner campo por aquello de la presión. Es de alabar sin duda la actitud merengue en todo este asunto puesto que, pudiendo haberse dedicado a tocar las narices como hicieron en su día con él los directivos del Barcelona y del Athletic Club de Bilbao, no ha querido vengarse ahora y ha demostrado un fenomenal "fair play". A Villar le ahorran, gracias a Florentino Pérez y a Enrique Cerezo, el esperpento de tener que asistir nuevamente al circo ambulante del escenario de la final. Si la federación diera de una vez por todas su brazo a torcer y reconociese que el estadio Santiago Bernabéu es (por prestigio, aforo y localización) el mejor escenario posible, ya no habría más líos en Río. Pero a Angelito le va la marcha, y no la Real precisamente.