Hoy Lorenzo Lara compara en Marca a Zidane con Míster Firth, que fue un entrenador inglés que tuvo el Real Madrid allá por 1932, un tipo que revolucionó el fútbol español, que elogiaba a "Samora" y que se dirigía a sus futbolistas de "osté": "Osté, Prats, no tocar balón hoy", "osté, Samora, agilidad necesito conserve", "osté, Bestit, no hacer esfuerzo grande". Míster Firth fue el último técnico madridista que logró ganar y empatar en sus dos primeras visitas al Camp Nou, y el sábado, más de ochenta años después, lo consiguió Zidane, aquel a quien un famoso periodista deportivo español llamó no hace mucho "marioneta". No vendría mal un pelín más de respeto, sólo un pelín.
Álvaro de la Rosa compara en As a Sergio Ramos con Renato Cesarini, un jugador italiano coétaneo de Míster Firth que se hizo famosísimo por marcar golazos en los últimos minutos de los partidos, lo que llevó al periodista Eugenio Danese a hablar del "caso Cesarini", que más tarde acabaría derivando en la famosa "zona Cesarini", que no era una zona física sino mental. Cuando a los demás jugadores les quemaba el balón o no sabían qué hacer, cuando el partido entraba en los últimos minutos, todo el mundo miraba a Cesarini, que acababa resolviendo la papeleta de un modo o de otro, pero siempre marcando un gol. Ramos es nuestro Cesarini de Camas.
También en Marca, David G. Medina se refiere a Lucas Vázquez y a Mateo Kovacic como San Lucas y San Mateo. Esta comparación me hace especial ilusión porque me trae a la memoria la serie policíaca de Los tres evangelistas de la escritora francesa Fred Vargas. Yo soy más del inspector Adamsberg, eso es cierto, pero los casos del especialista en prehistoria Mathias Delamarre, el medievalista Marc Vandoosler y Lucien Devernois, un fanático de la Primera Guerra Mundial, hacen las delicias de cualquiera. Y además, el Madrid tiene a los tres: Lucas, Mateo y... Marco Asensio . Sólo falta Juan, que está en el cielo y presente en todos los minutos 7 de partido.