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El penúltimo raulista vivo

Falsa coartada

Harían mal en Valencia si decidieran aferrarse a la Copa del Rey como pobre excusa para salvar una temporada desastrosa por muchos y variados motivos. Cuando, en vísperas de la final, alguien me decía que el Getafe era favorito yo no podía por menos que troncharme de la risa. ¿Favorito el Getafe? ¿Un club que hacía seis años estaba luchando a brazo partido en la Segunda División B? ¿Favorito el Getafe a un sólo partido? ¿Favorito con veinticuatro horas menos de descanso que su rival?... Aquella noche, el Getafe podía ser de todo menos favorito: heroico, sí, por supuesto, favorito, no, de ninguna manera. El indiscutible favorito para alzarse con la Copa tenía que ser a la fuerza el Valencia, cuarto grande de España, club que iba a colocar sobre el césped un presupuesto de 125 millones de euros, 89 más que su rival, y que estaba obligado a realizar una demostración de fuerza delante de todos sus aficionados. El Valencia cumplió ganando aquella final, pero eso no impidió que el consejo de administración tuviera en cuenta todo lo anteriormente expuesto y suspendiera, acertadamente desde mi punto de vista, los actos de celebración por el título ganado.

Si me dispongo a escribir este artículo nueve horas antes de que empiece el partido de San Mamés es también para que nadie pueda acusarme de ventajista, aunque al final alguien lo haga. El objeto que nos trae hoy aquí no es si el Valencia podrá ganar al Athletic sino lo realizado por Ronald Koeman desde el día de su debut, dejando definitivamente aparcada y olvidada su rocambolesca decisión de humillar innecesariamente a tres profesionales que lo llevan dando todo por ese club desde hace más de una década. La pregunta que deberían hacerse los aficionados valencianistas, habitualmente muy exigentes, es la siguiente: ¿salvarían Real Madrid y Barcelona su temporada ganando una Copa?... La respuesta es "no". El Getafe estaba ante la cita más importante de toda su historia, el Valencia no. La gesta del Getafe en caso de victoria habría dado la vuelta al mundo cuatro veces, pero el Valencia no puede sacar pecho por cumplir con su obligación.

Es tal el nivel de exigencia en Valencia que a Quique Sánchez Flores le echaron a la calle cuando tenía al equipo en cuarta posición de la Liga y a sólo cuatro puntos del líder. Casi seis meses después de aquello, tiempo más que suficiente para analizar el trabajo de un entrenador, el Valencia está clasificado en la decimoquinta posición de la Liga y a treinta puntos del líder, que continúa siendo el Real Madrid: sí, sí, 15º a 30. Por detrás suyo sólo aparecen Valladolid, Zaragoza, Recreativo de Huelva, Murcia y Levante. Aunque con un partido menos jugado, el de San Mamés que cierra la jornada, el Valencia tiene ahora mismo el descenso a Segunda División a sólo dos puntos. ¿Es acaso plausible el trabajo de Ronald Koeman al frente del Valencia?... Yo creo sinceramente que no. Ni siquiera el mejor abogado defensor del mundo encontraría material suficiente para defender la peregrina teoría de que el Valencia ha mejorado desde que decidieron prescindir de Quique. Es más, me atrevería a decir que incluso el fiscal más despistado del planeta, el más incompetente y vago que uno pueda echarse a la cara, lo tendría a huevo para demostrar que el equipo ha empeorado hasta unos límites rayanos en el absurdo. Naturalmente que cada cual coloca el listón de su exigencia donde le da la gana, pero yo creo que la afición merece más y mejor. La Copa no puede servir como coartada. A Koeman a lo mejor sí, pero no a los buenos valencianistas.

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