La generosidad cotiza alarmantemente a la baja en el mundo del fútbol. Por ejemplo: al tigre Falcao le pegaron un pisotón en la frente y Teixeira Vitienes dejó de pitarle dos penaltis claros pero el resúmen que hizo del partido el presidente del Valencia fue que el delantero rojiblanco era muy bueno pero metía muchos codazos. Manuel Llorente perdió ayer una magnífica ocasión para ser generoso y quedar como un auténtico caballero y no como un hooligan barato. De no ser por el árbitro, que volvió a estar calamitoso, el Atlético de Madrid no habría perdido ese partido y hoy probablemente seguiría invicto en Liga y empatado con el Barcelona en lo más alto de la clasificación. Al presidente del Valencia le faltó la generosidad de la que sí hizo gala Simeone cuando, indignado como todos, abroncó al cuarto árbitro por la expulsión de Pellegrino.
Ya lo he dicho otras veces: me gusta muchísimo Falcao y me encanta el Simeone entrenador. El colombiano es el mejor delantero centro que he visto en mucho tiempo y, como pudo comprobarse ayer, no va de señorito y choca cuando hay que chocar. El Cholo ha puesto en órbita a un equipo que estaba muy necesitado de demostrarse a sí mismo que también puede competir en un campeonato que se reparten Real Madrid y Barcelona. Por eso era tan importante el partido de ayer, en el territorio comanche del primero de la otra Liga, un campo históricamente muy difícil para todo el mundo. No creo, como le pasa a Juanfran, que la derrota vaya a afectar al Atleti para nada pero es un hecho que ayer no mereció perder en absoluto y que si lo hizo fue por la lamentable actuación de un árbitro que ya ha sido lamentable otras veces. Por eso el resúmen de Llorente resulta tan chistoso.
Por cierto que, hasta que Fernández Borbalán decidió hacer caso omiso a la realidad para fiarlo todo a la ciencia ficción de su asistente, el Celta de Vigo había competido con seriedad en el Camp Nou. Pero entonces llegó el fuera de juego de Jordi Alba, el más clamoroso que uno recuerda en mucho tiempo, y el tercero mató definitivamente el partido. Y, por mucho que quieran compararse interesadamente, ni los dos penaltis cometidos sobre Falcao ni el fuera de juego no señalizado a Alba tienen absolutamente nada que ver con el otro fuera de juego, el que Estrada Fernández sí le pitó a Postiga en el estadio Santiago Bernabéu cuando más apretaba el Zaragoza. Estrada erró, claro, pero por milímetros; su fallo es comprensible mientras que los de sus colegas Teixeira y Borbalán pueden cargarse una Liga.