La verdad es que a cinco días vista de nuestro debut en la Eurocopa, y nada más y nada menos que ante la convulsa e intervenida selección italiana, uno cada vez tiene más acentuada la impresión de que efectivamente, tal y como nos recordó anoche José Antonio Camacho, el rey indiscutible del "otro fútbol", a España todo el mundo la va a jugar atrás y saliendo al contragolpe; que es, por otro lado, como se le ha jugado siempre a las favoritas al título. Ahora que está tan de moda el término, este campeonato nos va a someter más que nunca a un "test de estrés" parecido al chino de ayer, y eso es debido única y exclusivamente a que el fútbol de España es sobradamente conocido por todos y, fruto precisamente de dicho conocimiento, también lógicamente temido.
Malo será que a lo largo del campeonato tengamos que pararnos medio segundo a pensar por qué nos están jugando así o asá; peor aún será que, si las cosas se tuercen, que ojalá no llegue nunca el caso, despreciemos altivamente a nuestros rivales al más puro estilo de ese nuevo rico hortera y sabiondillo que compra un Monet para colgarlo en el cuarto de baño. Uno de los éxitos de España, además de que es poseedora de una tremenda calidad individual y de que al fin ha sido capaz de decidir si quería ser toro o torero, consiste precisamente en haber sabido conectar a base de humildad y nulo engreimiento con la gente que va a verla al campo. Si Iniesta es un héroe nacional no es únicamente debido a sus goles sino por cómo se comporta antes y después de meterlos, sigamos por ahí.
De cómo nos jugó China y de lo explicado por Camacho, y supongo que también suficientemente sabido por Del Bosque, se desprende la idea de que jugadores de un segundo "escalón mediático", que no por supuesto futbolístico, van a tener un protagonismo especial. Me refiero, claro, a Pedro o Navas, y de ahí también que yo eche especialmente de menos a Adrián o Muniain, jugadores ("mecanismos" los llama nuestro seleccionador) que pueden revolucionar un partido en un momento determinado. Bien está lo que bien aparece y estos 23 jugadores designados por Del Bosque deberán defender la suerte de la España futbolística, una España que gracias a Dios no depende de los eurobonos, la prima de riesgo o el Ibex 35 para ganar sus partidos sino de la inspiración de los Torres, Piqué o Casillas.