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El penúltimo raulista vivo

Está pasando

Está pasando: Ernesto Valverde, que habitualmente se mueve como pez en el agua de un discurso relajado y amable, faltó el domingo gravemente al respeto a otro profesional, en este caso el portero del Leganés, sugiriendo que no hubo contacto entre su jugador y Cuéllar. Hoy, casi 48 horas de acaecida la jugada, Valverde ha reconocido al fin el contacto pero, pese a haber visto, supongo, la toma servida por BeIN USA, insiste en que el gol es legal. De modo que su reacción del domingo por la noche no era debida, como propuso tan candorosamente la presidenta del Leganés anoche mismo en El Primer Palo, al desconocimiento, no, sino al color de la camiseta: él defiende la del Barça, trabaja para el Fútbol Club Barcelona, parece que ya ha llegado a un acuerdo para seguir haciéndolo durante algún año más, y no quiere incomodar a su parroquia... contando la verdad.

Porque en el fútbol la verdad no cuenta, la verdad no es buena, y los mismos periodistas que jugaron en su día con la posibilidad de que Mourinho emplease en el Inter métodos éticamente dudosos para mejorar el rendimiento de los jugadores o que confeccionaron artículos a la medida del barcelonismo conectando al general Franco con los triunfos del Real Madrid de Di Stéfano, Puskas, Rial o Gento, ahora hablan de dignidad y de respeto y se llevan simbólicamente las manos a la cabeza porque alguien pueda bromear con el "todo O.K. José Luis". Mírate tú primero al espejo antes de reflejar la dignidad ajena, campeón.

Está pasando: asistimos al blanqueamiento de un futbolista, Luis Suárez, que es el ejemplo opuesto del fair play y el respeto dentro de un terreno de juego. No es sólo que sea sucio en el campo, no, sino que muchos de sus comentarios resultan ofensivos y si continúa haciéndolos es probablemente porque aún no se ha encontrado con la horma de su zapato. No sólo golpeó a Cuéllar sino que ahora sabemos que también se burló de él: "¿Tienes pupa?", le preguntó al portero del Lega después de haberle golpeado y después de que tanto éste como sus compañeros asistieran anodadados a la confirmación por parte del VAR de un gol que de ilegal pasó a legalizado gracias a esa máquina trituradora de la equidad en la que el Comité Técnico de Árbitros de España ha convertido una tecnología objetivamente buena para todos... salvo, al parecer, para nosotros.

Está pasando: Marc Crosas, que jugó para la selección española sub 17, para la sub 19 y para la sub 21 y que, una vez colgadas las botas, hizo "un Guardiola" y reconoció que él era independentista y que el único camino posible para Cataluña consistía en separarse de España, le dice a Álvaro Arbeloa que tenga dignidad. Si tú hubieras sido digno cuando correspondía, querido Marc, habrías renunciado a jugar con la camiseta del "Estado", como llamas al Reino de España; pero, como les pasó a Guardiola o a Xavi, utilizaste el paraguas de la selección nacional para promocionarte y resulta que ahora vas repartiendo por ahí carnets de dignidad a los demás. ¿Sabes lo que te digo, Crosas?... Que cuando el periodista al que me refería antes deje el espejo, lo cojas tú y te eches una mirada de arriba abajo a ver qué ves.

Está pasando: el ex futbolista Hristo Stoichkov, hoy de profesión comediante, saliendo en un vídeo con un cono siguiendo la estela del independentista Crosas e imitando al jugador que tuiteó contra la vicepresidenta del Gobierno y contra la policía nacional desde dentro de la concentración de la selección. Este Stoichkov, por cierto, es el mismo con el que Raúl González, por aquel entonces embajador de buena voluntad de Javier Miami Tebas, se hizo una foto muy sonriente después de que colgase una imagen en sus redes sociales con unos cerdos con la camiseta del Real Madrid. Yo vi jugar a Stoichkov y era muy bueno, buenísimo, pero todo lo que tenía de bueno lo tenía de impresentable.

No sé si Arbeloa sabe mucho o poco de fútbol, ni tampoco si eso es relevante para el debate que nos ocupa, pero, tras colgar las botas, Stoichkov lo ha intentado en vano como entrenador: su mayor éxito como seleccionador de Bulgaria consistió en que Stilian Petrov dejase el equipo nacional; luego descendió al Celta de Vigo, anunció un acuerdo con el Aboomoslem iraní y luego se echó para atrás, más tarde firmó por el Mamelodi Sundowns de Sudáfrica y a los seis meses presentó la dimisión y en junio de 2013 fue nombrado entrenador del CSKA Sofía y al poco tiempo lo dejó. Lo último que sabemos de este auténtico cerebrito del fútbol, de este estratega del balón, data de 2013 y, por no figurar, en su palmarés como entrenador ni siquiera figura el Lagarto de Jaén. O sea, Hristo, que tú eres un cómico mejorable y, ya puestos, un verdadero cono como entrenador. Más que un cono, un conazo.

Es más sencillo que todo eso: fue falta de Suárez. Suárez golpeó a Cuéllar, luego se burló de él, el árbitro no vio nada y el VAR, que lo vio casi todo, confirmó la legalidad de una acción ilegal. El culpable no es Cuéllar, a quien se está tildando desde el domingo pasado de portero problemático y de enemigo público número uno, sino Suárez. El beneficiado no es el Leganés sino el Barça. Y el responsable no es Arbeloa (que, por cierto, Stoichkov, es campeón del mundo, cosa de la que tú no puedes presumir) sino el VAR. Todo esto está pasando porque permitimos que pase. No lo permitamos. Alcemos la voz. Vayamos en línea recta.

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