Estimado señor don Pedro Proença Oliveira Alves García. Espero que al recibo de la presente tanto usted como los suyos se encuentren perfectamente bien de salud y que la dicha, la paz y la armonía reinen en sus corazones; aquí, en el país vecino, todos bien. Acabamos de enterarnos de que la UEFA ha tenido el tremendo acierto de designarle a usted como árbitro de la final de la Eurocopa que, como le supongo bien informado, deberán disputar este próximo domingo los equipos nacionales de España, que es por cierto el mío, e Italia. No quiero que malinterprete usted el sentido de esta carta, ni que piense tampoco en modo alguno que estoy pretendiendo influenciarle u orientar su trabajo, que será, como siempre, brillante, justo y equitativo, en un sentido u otro. Pero, estando como estamos en sus sabias manos y en su no menos competente pito, me erijo en portavoz de cuarenta y tantos millones de españoles y oso dirigirme a usted para pedirle que, por favor, olvide.
Olvide, clarividente y admirado don Pedro, que a lo largo de estos dos últimos años y coincidiendo sobre todo con la llegada al fútbol de mi país del señor José Mário dos Santos Mourinho Félix, se ha faltado gravemente al respeto a Portugal y, por extensión, a todos los portugueses incluído usted mismo, que, si mis informaciones no son falsas, nació en la bella y mágica Lisboa, y que mucha gente, llevada probablemente por la irracionalidad del momento y la inquina y prejuicios personales, ha dirigido tanto al entrenador del Real Madrid como a sus jugadores, y de forma y manera muy especial cuando de referirse a don Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro se ha tratado, cánticos claramente xenófobos y que atentan directamente contra el honor de las citadas personas y, aún más, contra el de las mujeres que les parieron, o sea sus señoras madres, a quienes se ha acusado de trabajar en el oficio más antiguo del mundo.
No reproduciré aquí, claro, dichos cánticos, fruto en la mayoría de los casos del exceso de alcohol en vena o de las fuertes dosis de ignorancia y analfabetismo. Olvídelo, por favor don Pedro, olvídelo. Olvide usted también si es posible a aquellos periodistas que, con objeto de establecer un cordón sanitario alrededor de quienes hemos defendido a don José Mourinho y para buscar el linchamiento fácil, han repetido hasta la saciedad eso de "¡vete a comprar toallas a Portugal!", como si Portugal fuera un inmenso toallero cruzado por el Duero, el Tajo y el Guadiana, que por cierto compartimos. Olvide usted, si es capaz, las dudas al respecto de su honorabilidad mostradas en su día por el señor Josep Guardiola i Sala, y que aquí fueron celebradas como si de un nuevo sofisma de Rabindranath Tagore se tratara. Intente abstraerse de los insultos, vejaciones, persecución indiscriminada y doble vara de medir empleada contra Portugal y haga bien su trabajo. Gracias a Dios, no todos los españoles somos así.
Afectuosísimamente.
Juan Manuel Rodríguez.