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El penúltimo raulista vivo

Escupiqué, contigo empezó todo

Sí, fue penalti de Gabi. Mano dentro del área del capitán del Atlético de Madrid. Pero, antes que eso, Luis Suárez tendría que haber sido expulsado por agresión (otra más) sobre Godín, que acabó como Apollo Creed en Rocky II, y el propio Iniesta, autor del disparo que impactó claramente en la mano de Gabi, no tendría que haber estado ya físicamente sobre el campo en ese instante puesto que su clarísima mano, la que provocó el 2-0 de Griezmann de penalti, tendría que haber supuesto su expulsión del terreno de juego. Así que sí, efectivamente, los árbitros hicieron lo que pudieron para que el Barça jugara las semifinales, sobre todo en el partido de ida, lo que sucede es que el equipo de Simeone se sobrepuso (como el Real Madrid en el Camp Nou) y salió triunfante del estadio Vicente Calderón.

Gerard Piqué, con quien probablemente haya empezado todo, estuvo anoche poco comunicativo. Ni un tuit. Ni, por supuesto, un periscope. Nada. El silencio más absoluto. A la salida, la reacción unánime de todos los azulgrana (Luis Enrique, Mascherano, Iniesta, Alba...) fue de respeto a la decisión arbitral de no pitar el penalti de Gabi; Piqué no, Piqué se marchó del campo haciendo el gesto del robo. Dentro de mucho tiempo, cuando se analicen con sosiego los años de vino y rosas (porque lo son) de este Barça, se calibrará con exactitud todo el daño que jugadores como Piqué, ahora, o Xavi, hasta hace nada, hicieron extradeportivamente al club. Escupiqué, como le llama Federico Jiménez Losantos, es un catálogo de todo lo que no hay que hacer fuera de un terreno de juego; y, aún así, cuenta con el respaldo de Sor Del Bosque: ¿inexplicable?...

Lo que dejó claro el partido de ayer es que el Barça anda sumergido en una crisis existencial de incalculables consecuencias desde que el Real Madrid le dio sopas con honda en su casa, que el tan cacareado modelo culé no es otro que Leo Messi en forma y que, cuando el argentino no está bien o no se saca su habitual conejo de la chistera, Luis Enrique queda reducido a lo que verdaderamente ha sido siempre, un entrenador de fútbol más bien normalito al que le tocó la lotería de dirigir a un verdadero equipazo. Los planes A, B, C y D de Luis Enrique son, y por este orden, Lionel, Andrés, Messi y Cuccittini. También quedó claro ayer que el Atlético de Madrid es un hueso durísimo de roer, una pesadilla, un equipo muy bien dirigido por un excepcional (y demagogo) entrenador. Mañana, sorteo. En él no estará el vigente campeón. ¿Nadaplete?...

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