Si no fuera porque sé de buena tinta que Florentino Pérez vive retirado del mundanal ruido, alejado de la civilización, ora que te ora, ora que te ora, en el monasterio tibetano de Tashilumpo, situado a 3.900 metros de altura, y que sólo sale de allí con destino al mercado de Xigatse para realizar las compras semestrales de la congregación a la que pertenece, me atrevería a decir que la macro-rueda de prensa ofrecida ayer por Ramón Calderón la cocinó él en su despacho con objeto de hacerle el mayor daño posible a su antiguo y siempre leal directivo. Cuando todos empezábamos a olvidarnos de que el presidente mintió cuando, en plena campaña electoral, aseguró que Kaká, Cesc y Robben jugarían en el Madrid, ¡vuelta otra vez la burra al trigo!
Yo no esperaba que se dijese nada importante en esa rueda de prensa y, por lo tanto, no vi truncadas unas esperanzas que nunca tuve. Sí se produjeron un par de novedades. Una, preocupación tradicional por cierto de los fieles participantes de este blog, hizo referencia al paradero, desconocido hasta ayer, del misterioso Divac. Calderón le situó en Madrid y Mijatovic, presto al quite presidencial, confirmó su conversación a través del teléfono con el gigantón serbio. Y dos, Calderón anunció que le había pedido a Arturo Baldasano que hiciera todo lo posible para que se levantasen las medidas cautelares de los votos por correo, cuestión ésta que, según lo que nos anunció el propio Baldasano en El Tirachinas, hará efectiva la próxima semana. ¡A recontar!
Como en Tibet no dejan tener televisión ni radio, Florentino Pérez probablemente no sepa que el "asunto Kaká" ha pasado ya por diferentes fases. A saber:
Sólo Dios sabe qué nos deparará la novena fase.
Mi amigo Quique Guasch vino a decir anoche en El Tirachinas que, al fin y al cabo, todo el mundo soltaba una mentirijilla de vez en cuando. Y, aunque tampoco puedo estar metido en su cabeza, alabó nuestro repentino interés por la pureza y la transparencia del proceso electoral madridista justo ahora que ya no estaba Florentino Pérez en la presidencia. Pero yo estoy ya para pocos rondos, qué quieren que les diga. El único interés repentino que veo en todo este asunto es el de aquellos que tratan de convencernos de que una mentira repetida muchas veces se convierte en una gran verdad. Porque la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.