Ojalá sea cierto que Ramón Calderón interioriza realmente eso que les dice a sus directivos en cuanto a que les van a llover muchos palos porque lo da el cargo. Ojalá. Es verdad que la Presidencia del Real Madrid Club de Fútbol está en el permanente punto de mira de mucha gente, no en vano es el club de fútbol más importante del siglo XX según la FIFA y uno de los dos o tres clubes deportivos más relevantes de toda la historia. Resultaría paradójico que Calderón estuviera preparado para asumir todas las críticas que se le vinieran encima, mientras que los calderonistas no fueran capaces de seguir el ejemplo del presidente. Lo digo más que nada porque empiezo a detectar una peligrosa corriente de opinión según la cual quienes tendrían que pedirle perdón al presidente del Madrid son aquellos que le exigen el cumplimiento de sus promesas electorales y no al revés. Cosas veredes...
Tengo para mí que a este debate sobre los Kaká, Cesc y Robben le queda poco recorrido, dos telediarios a lo sumo. Y creo que Calderón lo sabe. Sabe que, en el preciso instante que empiece a rodar el balón, a la gente le entrará un ataque agudo de amnesia si el equipo funciona más o menos bien y da tres o cuatro pases razonables. Y lo cierto es que, por cómo está fichando hasta ahora el club, las cosas no tienen por qué ir mal. Pero el señor Calderón no sólo tendría que estar dispuesto a recibir muchas críticas (y también algún que otro elogio) sino a explicar razonablemente sus errores de cálculo. Los suyos y los de su equipo, el equipo con el que él se presentó a las elecciones. Porque fueron él y el señor Pedja Mijatovic quienes aseguraron con rotundidad que la próxima temporada Kaká, Cesc y Robben vestirían de blanco madridista. El presidente del Real Madrid, que por lo que estoy observando me parece que no piensa dimitir a pesar de que Kaká no vendrá, no puede darnos dos capotazos y ventilarse el asunto diciendo que Capello no quiere a Kaká sino a Diarrá, que Cesc no dijo que se quería marchar del Arsenal o que para sustituir a Robben vendrá Reyes, "que además es español". Por esa regla de tres, ¿por qué trajeron a Van Nistelrooy si ya tenían a Portillo, que además es español?
Por mi parte esta será la última vez que hable del tema. O la penúltima, nunca digas de este agua no beberé. Asunto zanjado. Este debate no tiene mayor recorrido que el que estén dispuestos a darle los socios del Real Madrid. No veo la necesidad de otro artículo de opinión más insistiendo sobre algo que salta a la vista. Y hoy no habría escrito sobre ello si no hubiera leído las surrealistas explicaciones del presidente Calderón al diario Marca. Son de traca. Dignas del peor Fernando Martín a quien él criticó con tanta dureza. Punto final. Ni Kakó, ni Kaká. En su lugar vendrá otro con acento en la última "a".