Se va del Barça, el club de su vida profesional, Iniesta. Y digo lo del "club de su vida profesional" porque, siendo aún un crío, Andrés reconoció ser del Madrid, pero Iniesta se formó en el Barça, allí creció como futbolista y como persona y se convirtió en uno de los mejores jugadores españoles de todos los tiempos, si no el mejor. Andrés contribuyó a un montón de éxitos culés y también fue pieza decisiva de los triunfos más épicos de la selección española, pasando a la historia su gran gol contra Holanda en la final del Mundial de 2010. Y ahora el Barça (de momento aún no la selección) le echará de menos. Supongo que más que a Puyol, por ejemplo. Lo mismo que a Xavi. Menos que a Messi, cuando la biología haga el resto y al crack argentino no le quede otra que colgar definitivamente las botas. Pero le echará mucho de menos, no aparecen demasiados Iniestas.
Se va Iniesta y él dice que es porque ya no puede ayudar como antes al club de su vida. Pero esa idea suya, así, suelta como una burbuja, no encaja demasiado con la brillantísima actuación que Iniesta protagonizó recientemente ni más ni menos que en la final de Copa ante el Sevilla. Es más que posible que Iniesta se vaya por dinero, porque está ante su última gran ocasión de firmar un contratazo. A Iniesta, como a otros jugadores útiles pero veteranos, podrían rotarle sus entrenadores, pero no voy a criticar que Andrés diga que se va porque ya no puede ayudar como antes al Barça. Iniesta se va y el director de France Football se despide de él pidiéndole perdón por no haberle concedido un Balón de Oro, y aquí la verdad también es dolorosa porque el año que estuvo más cerca de conseguirlo (no en vano acabó siendo Plata) fue en 2010, y en aquel instante... el Fútbol Club Barcelona, el club de su vida profesional, hizo campaña a favor de Messi. Hasta protestó el tío del propio Iniesta.
A Andrés Iniesta, eso es cierto, le despiden de casi todos los campos entre aplausos. Se lo ha ganado con su fútbol y también con su modo educado de interpretarlo. Pero, en su despedida de la Liga española, a mí me queda el sabor amargo de lo que pudo haber sido y no fue, y aquí la verdad vuelve a resultarme incómoda porque a mí también me gustaría ponerme en pie y prorrumpir en aplausos. Lo cierto es que en un momento político muy complicado para España, con los líderes independentistas perpetrando un golpe de Estado contra las instituciones democráticas, Iniesta eligió entre lo cómodo tanto para él como para su familia y lo incómodo pero más justo para su nación, para sus compatriotas y para los catalanes, muchos de ellos seguidores culés, que no quieren romper España. Su petición de diálogo "antes de que nos hagamos más daño" me recordó a uno de los mágicos regates del fenomenal astro del balón de Fuentealbilla, provincia de Albacete. Se va del Barça uno de los mejores futbolistas españoles de todos los tiempos. Iniesta pudo haber trascendido del amague, del taconazo, del túnel... pero no quiso. Pudo haberse convertido en un líder incuestionable para todos tomando el camino más tortuoso y empinado... pero lo regateó, haciendo de España un enorme campo de fútbol. Aún así, suerte.