Pasará el Barcelona. No hay más que leer las declaraciones de Bendtner ("el Barça es de otro planeta") para comprobar el estado anímico del Arsenal a su llegada al Nou Camp. Pasará el Barcelona y, en el avión privado que Wenger le ponga a última hora a Walcott (el tiempo justo para llegar al Prat, coger un taxi, cambiarse y saltar al campo con el resto de sus compañeros), llegarán también la alfombra roja, la orquesta, los pitos y las flautas de los que Guardiola ya no puede prescindir. No sé si alguien se habrá dado cuenta ya o no, pero lo cierto es que Guardiola ha desarrollado una adicción al halago excesivo, al piropo sin medida, al rendibú, la coba, la lisonja y la zalamería. Estoy convencido de que, al contrario de todo lo que se ha contado por ahí, su ingreso en el hospital Dexeus no ha sido debido a una lumbalgia sino a un déficit de Vitamina P, también conocida como Vitamina Peloteril. Y me imagino a los médicos leyéndole al entrenador culé todas las cucamonas de Sport y Mundo Deportivo.
Al pobre Bendtner le parece que el Barcelona es de otro planeta, y Guardiola empieza a creérselo. Su salida del hospital recordó mucho a las salidas de Isabel II del Palacio de Buckingham, saludando con la manita. Si me preguntan mi opinión al respecto, yo eché de menos la calesa, aunque probablemente Rosell pensaría que eso era demasiado. Y sus declaraciones son de extraterrestre total: "No me hagáis un héroe, no soy un inválido. Cuando estaba mal estaba en la cama, no he hecho nada especial distinto a otro ser humano". ¿Ves, Nicklas, cómo no hay nada que temer?... ¡El Pep es humano!... Sólo está necesitado de su dosis diaria de Vitamina P porque, si no, le sale el mal humor; por ejemplo, cuando le han comunicado que Wenger ha convocado a Van Persie. ¡A quién se le ocurre! ¿Y cómo es posible que el entrenador del Arsenal convoque a un jugador del Arsenal sin conocimiento del entrenador del Barcelona?... Más Vitamina P.
Viendo cómo tratan en Barcelona a Guardiola, paseándole como a Maimónides por la ciudad condal, no me extraña que Messina haya cogido las de Villadiego. Y, por cierto, tampoco sería de extrañar que Mourinho le pusiera a Florentino como ejemplo del trato que un club debe dispensar a su entrenador el del Barcelona hacia Guardiola. Efectivamente, tal y como advirtió hace poco el portugués, allí todo responde a una táctica para proteger al técnico, un sistema ideado previamente en los despachos y del que no se sale nadie ni siquiera medio milímetro. Aquí se escuchan voces aisladas, algunas de tanto peso como las de Di Stéfano o Pirri, pero Mou está más solo que la una. Aunque creo que a él tanto halago acabaría por debilitarle. Por cierto: pasará el Barcelona.