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El penúltimo raulista vivo

En el adiós de Gareth Frank Bale

Salvo milagro similar al de las bodas de Caná, Gareth Bale abandonará el Real Madrid y parece que con destino a la Liga de chicle china, una auténtica pena. El asunto es que todos creíamos en mayo que el galés saldría seguro, en junio empezamos a dudar, a primeros de julio pensamos que su tozudez a la hora de querer quedarse se impondría al interés de Zidane porque se fuera pero, llegando ya casi al mes de agosto, el entrenador del Real Madrid hizo el otro día añicos cualquier posibilidad de que Bale siga en el club al que llegó hace seis años y en el que ha ganado cuatro Champions, cuatro Mundiales, tres Supercopas de Europa, una Liga o una Copa del Rey. La de Bale va a ser una salida abrupta, traumática, con Zidane hablando muy claro, el representante metepatas del jugador poniéndole verde y el futbolista, como siempre, silencioso, como si la fiesta (o en este caso el drama) no fuera con él. El hecho de que Gareth Bale, que es un futbolista con un talento descomunal y un jugador de los que ya no quedan por ahí, no vaya a seguir no tiene, a mi modo de ver, una sola explicación sino que, como todas las situaciones complejas, tiene varias. Y son, y no necesariamente por este orden de importancia, las siguientes:

1) El periodismo, que siempre ha recelado de él, le ha atacado de un modo inmisericorde, como si Bale les debiera dinero o les hubiera quitado la novia. No creo que el club vaya a prescindir de Bale por lo que digan o dejen de decir los Segurola's boys, pero es cierto que se ha creado el caldo de cultivo ideal para que la afición concluya que el galés es un futbolista sobrevalorado, poco implicado y más preocupado por lo que sucede en el British que en el estadio Santiago Bernabéu. Con Bale yacente, me juego pajaritos contra corderos a que los mismos que le asetearon dirán ahora de él que fue un genio incomprendido, una especie de Van Gogh del balón. Y con Bale empaquetado, quién sabe si de nuevo a la Premier, irán a por otro: Hazard tiene noventa y nueve de las cien papeletas del sorteo que se iniciará en breve.

2) Zinedine Zidane, de quien no entiendo bien su crudeza al hablar de Bale salvo que sea debida al hartazgo de seguir viéndolo en el equipo cuando le dejó muy claro desde el primer momento que no contaba con él. No puedo criticar que Zidane tome sus propias decisiones porque llevo abogando precisamente por eso desde hace mucho tiempo, pero hay algo de la relación futbolística entre el entrenador Zidane y el futbolista Bale que se nos escapa. Algo debió ver, o algo debió no ver, Zidane en el último tramo de su primera etapa y en el primer tramo de la segunda que no le gustó del delantero galés. Algo le incomodó tanto como para hacer cruz y raya, y no creo que haya sido la desastrosa temporada anterior porque tan mal como Bale estuvo el resto y muchos de ellos siguen ahí. Bale y James son casos relativamente parecidos, y digo "relativamente" porque el rendimiento de Bale ha sido infinitamente superior al del centrocampista colombiano. En este Real Madrid manda Zidane, con esa condición volvió al club, el equipo lo está confeccionando él y hay que respetarlo porque luego, si no llegan los resultados, a él será al que se le exijan las cuentas del Gran Capitán.

3) Tampoco hay que perder de vista a Jonathan Barnett, que se va a despedir diciendo de Zidane que es una vergüenza. Vergüenza ajena ha dado él desde el primer día poniendo en aprietos a su representado, buscando el conflicto y enturbiando en vez de engrasar. Si yo fuera Bale, y esto lo dije hace cinco años, hace tiempo que habría roto con Barnett, que tiene de buen asesor lo que yo de cura de Dios le guarde. Él ha dicho un montón de burradas que el jugador sin embargo ni ha corregido ni ha querido matizar: entre su representante y, por ejemplo, su entrenador, Gareth Bale ha elegido al primero cuando resulta que es el segundo el que tenía, y claramente además, su futuro deportivo en las manos.

Y 4) Gareth Bale no es ajeno a lo que le ha pasado. Él, que debía ser el principal interesado en explicarse, en darse a conocer, no ha querido hacerlo y, como él no ha querido hacerlo y su representante no ha sabido hacerlo, hemos intentado hacerlo dos o tres, debo reconocer que con éxito desigual. De Bale se esperaba que diera un paso hacia adelante con la marcha de Cristiano y no lo dio; no lo dio en una temporada horrible del equipo en general y no sólo suya, pero, en ausencia de CR7, él era indudablemente el jugador franquicia. Es lo que pidió tras marcar el golazo de la final de Cardiff, pidió galones, se los dieron... y no funcionó.

La prensa le atacó sin motivo desde el primer día, Zidane no le quiere, su representante no le ha ayudado y él no ha sabido explicarse pero, al final, hace tiempo que Gareth Bale era un futbolista amortizado y uno de los protagonistas esenciales de la que quizás haya sido la segunda etapa más brillante del Real Madrid a lo largo de toda su historia. Cuando llegó no le conocíamos y seguimos sin hacerlo ahora que se va. Quienes sí tienen trato con él hablan de un chico tímido pero agradable, que habla el español en privado pero que desconfía en público, una buena persona y un hombre al que apasionan el fútbol y el Real Madrid. Explicarle eso al madridismo, Barnett, era tu trabajo y no, por ejemplo, el mío. Vaya dónde vaya ahora Gareth... hazlo bien de una vez, cuéntales quién es y no insultes. No des más vergüenza, por favor.

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