Van a estar interesantes las elecciones a la presidencia del Barcelona. Los años de gestión de Joan Laporta rinden al final unos brillantes resultados deportivos con los seis títulos cosechados en una temporada y, al mismo tiempo, un empequeñecimiento institucional que un club tan potente como el azulgrana no había vivido jamás a lo largo de su historia. Presidencias como las de Laporta en el Barcelona o Ramón Calderón en el Real Madrid tendrían que hacer meditar a los auténticos propietarios, que son los socios, e incluso a las instituciones, con el propósito de desarrollar un "antivirus" que, llegado el caso, pueda cortocircuitar al troyano de turno. Porque eso es lo que en mi opinión han sido Laporta y Calderón, aunque por motivos distintos, virus troyanos que se apoderaron de clubes de fútbol emblemáticos sin que absolutamente nadie pudiera hacer nada, ni siquiera los directivos que les rodeaban.
Laporta dice que está hexatranquilo y yo no me lo creo. Podría estarlo si el fin último de su presidencia fuera el éxito deportivo, pero a Laporta le ha preocupado relativamente el fútbol y el baloncesto. En mi opinión, y el tiempo me dará o me quitará al final la razón, Laporta vio en la presidencia del Barcelona un medio mejor que cualquier otro para hacerse fuerte con sus reivindicaciones políticas, y lo cierto es que el troyano agotará su mandato sin que nadie haya podido evitar la vergonzosa utilización que este hombre ha hecho de la institución que presidía. El silencio de los socios, como en su día el de los socios del Madrid, es significativo, y el consentimiento de su junta directiva lamentable. Llevando a la práctica eso de que "es más que un club", Laporta querría transformar el Barcelona en un partido independentista catalán. Y en esas estaba cuando se dio cuenta de que tenía que irse y convocar elecciones. ¿Cómo asegurarse de que su gestión se siga al pie de la letra?... Eligiendo un delfín.
El delfín elegido por Laporta se llama Alfons y se apellida Godall. Habría querido que fuera Xavier Sala, el de las chaquetillas de Micolor, pero ambos saben que su recorrido electoral sería muy corto. Y decía que las elecciones van a estar interesantísimas porque el estado anímico de Laporta se encuentra muy lejos de ser la "hexatranquildad", más bien al contrario. Se ha filtrado que hace unos días Laporta mantuvo un cara a cara muy desagradable con otro de sus vicepresidentes, el también espiado (por su bien, no nos equivoquemos) Jaume Ferrer. Según esa información, Laporta le dijo a Ferrer que era "un mierda" por presentarse a las elecciones sin decírselo previamente, y acabó escupiéndole a la cara que se merecía "una h..." El troyano teme que Ferrer reste votos a Godall y entonces la candidatura continuista no tenga nada que hacer contra la que encabece Sandro Rosell. Ahora mismo la mayor preocupación de Laporta es cómo seguir manejando el club sin estar sentado en el sillón presidencial. Se le agota el tiempo y él lo sabe. Se acerca Rosell. Ya viene, ya viene... ¿Tranquilo?... Me río yo de la tranquilidad de Joan Laporta.