Ya he dicho antes que el negocio del fútbol es tan sui géneris que cuando un futbolista pierde, gana, y cuando gana, gana más todavía. Y cuando un club se topa con un jeta, un fresco, lo que se conoce vulgarmente en el foro como un morro, resulta que se encuentra absolutamente indefenso. El jugador rompe el contrato cuando le viene en gana o, en el caso de que el club no quiera rescindírselo, presiona de mil formas distintas para que le echen y así poder firmar por otro equipo. O manda por delante al representante. Pero cuando el club, bien porque el jugador en cuestión no ha rendido lo que de él se esperaba o simplemente porque no encaje en los planes de un nuevo entrenador, quiere deshacerse del futbolista, éste exige hasta el último euro, la última prima, el último billete gratis de avión. Hubo quien, incluso, llegó a demandar a su club por mobbing después de que le quitaran la plaza de garaje. Demasié.
Si existe un ejemplo de inversión ruinosa para el Real Madrid Club de Fútbol a lo largo de sus ciento cinco años de historia, este es sin lugar a dudas el de Antonio Cassano, alias Talentino. No recuerdo un futbolista más indolente, menos implicado, más dejado, menos esforzado o que bostece más, trabaje menos y coma más panchitos, que el susodicho Cassano. Cómo será la cosa que Bernd Schuster, que acaba de llegar al club, ha decidido no llevárselo a la concentración de Austria. Este auténtico vendemotos, vicepresidente y fundador de la Quinta del Donut que dirigía Ronaldo, lleva los últimos dieciocho meses tocándose ese pie tan prodigioso que su representante dice que tiene escondido no se sabe bien por dónde. Lo más gracioso del caso es que, según parece, Cassano medita ahora la posibilidad de demandar al club blanco por supuesto acoso laboral.
El Madrid perdió una ocasión pintiparada para deshacerse del paquete sospechoso el mismo día que éste llamó sinvergüenza a Fabio Capello, pero el Real fue entonces con el lirio en la mano y consintió que Cassano regresase al equipo después de haber escrito cien veces en la pizarra "No se llama sinvergüenza al jefe". Y ahora resulta que este individuo, un tío que cobra más de cinco millones de euros por temporada, un deportista profesional que llegó a pesar 90 kilos cuando mide 1 metro y 75 centímetros, el mayor experto mundial en nueces, anacardos, castañas, ciruelas pasas, higos secos, almendras, pistachos y orejones, el Talentino de los frutos secos, quiere denunciar al Real Madrid por mobbing, cuando el mobbing se lo ha hecho él al club, los aficionados, sus compañeros y el entrenador. A picar a las minas de Riotinto llevaba yo al tal Cassano. Bostece menos, caballero, y trabaje más.