En la semana previa al combate, las apuestas pasaron de estar 6 a 1 a favor de Hagler a sólo 3 a 1. Sugar Ray empezó a ganar la pelea en el transcurso de la rueda de prensa que ambos púgiles ofrecieron en Baltimore. Hagler, que de los dos era sin duda el que más había cedido para que se celebrase el combate, creyó sinceramente que la conferencia estaba ideada para presentar definitivamente la pelea, pero Sugar Ray aprovechó la presencia de los medios de comunicación para anunciar su retirada definitiva del boxeo, dejando a Hagler en un segundo plano. Enfurruñado, el campeón decidió no asistir a las ruedas de prensa de Detroit y Chicago, pensando quizás que no acudiría nadie, pero Sugar Ray, que volvía a brillar como una verdadera estrella, las aprovechó para, tras interpelar teatralmente a una silla vacía, descargar toda su furia verbal contra Hagler.
Sugar Ray decidió que sorprendería a Hagler atacándole. Si aquello hubiera salido bien, probablemente habría cambiado la historia del boxeo, pero resulta que, cuando faltaba menos de una semana para la pelea, Quincy Taylor, uno de los sparring de Sugar Ray, le golpeó tan duro que le hizo doblar las rodillas y éste cayo de culo sobre la lona. Todo el mundo creía que aquello sería una masacre. Hagler no era sólo más fuerte y más joven que Sugar Ray sino que, además, estaba realmente furioso. Entonces Angelo Dundee llegó a Las Vegas y cambió la tendencia: "Hagler era un buen diestro que se había vuelto zurdo. Lanzaba buenos directos pero para ello tenía que dar un paso hacia su contrincante. Pasito y directo, pasito y directo, pasito y directo. La clave era moverse continuamente para romper aquella dinámica".
Pasados los años, más de veinte, la sensación generalizada es que mientras Hagler trató de impresionar a Sugar Ray, éste intentó impresionar a los jueces. Charlie Brotman, uno de los asesores de Sugar Ray, reconoce que poco antes del combate le comentó lo siguiente: "No será vistoso, pero voy a ganarle". Y así fue. ¿O no? Parte del plan consistía en que Ray atacara como un vendaval al final de cada asalto porque los jueces se quedarían con esa imagen grabada en sus cabezas. Hagler atacaba, pero rara vez consiguió atrapar a Sugar Ray. En opinión de Ollie Dunlop, uno de los hombres de confianza de Sugar Ray y testigo presencial, junto al actor Michael J. Fox, de cómo se originó la historia de este combate, "hubo un momento en que los jueces dejaron de mirar la pelea y centraron definitivamente su vista en Sugar Ray".
Lo demás está en los libros de historia. El juez Lou Filippo expresó su valoración de 115-113 a favor de Hagler; David Moretti leyó idéntica valoración pero justo al revés. El juez mejicano Jo Jo Guerra leyó su trajeta: 118-110 para Sugar Ray, dando a entender que Hagler sólo había ganado dos asaltos. Marvin Hagler lo tiene claro: "Sugar Ray sabe lo que me dijo cuando acabó la pelea. Me dijo que yo había ganado, pero cuando levantó los brazos cambió su versión". Sugar Ray, sin embargo, desmiente a Hagler: "Sigue diciendo que yo le comenté que me había ganado. ¡Fanfarronadas! Incluso en el caso de que lo hubiera pensado, nunca lo habría dicho. Los boxeadores no nos decimos esas cosas. Sólo le dije que era un campeón, nada más". La investigación de Boxing Monthly no dio sus frutos. "¿Que quién ganó al final? – se pregunta Marvin Maravilloso Hagler riéndose a carcajadas – Nadie ha logrado machacar a Marvin Hagler, nadie, nunca, jamás."