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El penúltimo raulista vivo

El regreso del entorno diabólico de Iker Casillas

Me parece que de los cerca de cinco mil artículos que, desde el año 2.000, llevo ya escritos en Libertad Digital, el más leído de todos ha sido uno que publiqué en julio del año pasado y que titulé "El entorno diabólico de Iker Casillas". Entre otras cosas, el artículo debió provocar que, sin seguirle y, por lo tanto, sin haberme dirigido jamás a él, el ex capitán del Real Madrid me bloqueara en Twitter tanto a mí como a la cuenta oficial de El Primer Palo; un día del mes de septiembre o de octubre, mientras estábamos en directo, se puso en contacto conmigo vía whatsapp José Manuel Puertas para informarme de que Iker había bloqueado la cuenta oficial del programa y fue entonces cuando, trasteando por la red, me di cuenta de que el director del programa, o sea servidor de ustedes, había seguido idéntica suerte. Lo que, tras mi inicial sorpresa y después de indagar por ahí, puedo decir al respecto es que, para mi notable disgusto, no soy ni especial ni original al respecto y hay muchos más periodistas deportivos bloqueados en Twitter por Iker, todos ellos, claro, confesos madridistas.

Al lío. Lo que venía a decir en aquel artículo de julio, en el que por supuesto me refería al entorno profesional de Casillas y no al personal o familiar, cosa que creo que quedó meridianamente clara, era que no podía ser de ningún modo que uno de los agentes que participaron en la operación de traspaso del portero al Oporto, Santos Márquez, se liara la manta a la cabeza nada más quedar finiquitada la historia y empezara a arrearle al Real Madrid, a su presidente y al, por aquel entonces, entrenador del equipo como si no costara. De nuevo, como sucediera con Mourinho, el silencio cómplice de Casillas estalló en mis oídos. La línea argumental de aquel artículo de hace seis meses era que Santos Márquez, como no podía ser de otro modo, estaba actuando con la anuencia del jugador, con su consentimiento. A los pocos días de que Iker llegara a Oporto, Márquez concedió una entrevista a As TV en la que, entre otras lindezas, llegaba a decir que Florentino Pérez no quería "jugadores negros" en el equipo, para a continuación apuntillar que con eso en modo alguno quería insinuar que fuera un racista. La entrevista, insisto, no tiene desperdicio.

Pues bien, ayer se supo que el juzgado de Instrucción número 8 de Palma había admitido a trámite una querella presentada por un grupo de empresarios mallorquines contra el agente de la FIFA Santos Márquez por un presunto delito de estafa; Márquez habría dejado a los querellantes al margen de la operación de Casillas al Oporto, sin abonarles la comisión que les correspondía; según los querellantes, Márquez habría firmado el traspaso en nombre de otra empresa que nunca participó en la operación. Dije en julio, y me reafirmo ahora, que si el traspaso estuvo a puntito de no llegar a buen puerto no fue por el Real Madrid, que lo puso todo y algo más para que se cerrara, sino por Casillas y por su entorno profesional. Seis meses después de aquello, y viendo cómo se han desarrollado los acontecimientos, no pienso que vaya a cumplirse en absoluto el vaticinio de Santos Márquez: "Florentino Pérez se tendrá que ir por el tema Iker Casillas". Más bien al contrario, a Florentino Pérez habría que tributarle un sentido homenaje por eso.

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