Tampoco hace falta transmutarse en Henry de Winton para llegar a la conclusión de que el Real Madrid de Carlo Ancelotti está sufriendo más de lo inicialmente previsto. El italiano no ha dado aún con la tecla, sigue reajustando su once, duda entre jugar de un modo o hacerlo de otro, entre jubilar a Benzema o darle galones de mando definitivamente a Morata, y eso lo paga luego el equipo sobre el campo. Va sacando los partidos adelante con más agonía que otra cosa, se ha distanciado peligrosamente del Barcelona en la Liga y la afición espera más, mucho más, de una plantilla que ha incorporado a filas a Isco, Illarramendi o Bale entre otros. Sigo pensando que cuando éste último se integre definitivamente el Madrid dará un salto de calidad muy importante, pero hay que tener paciencia.
Ancelotti lo lleva bien, parece no ponerse nervioso por nada, pide tiempo y lo va a tener desde luego, pero entre tanto el antimadridismo la está gozando y la Yihad Antimourinhista, que es peligrósísima aunque irrelevante desde el punto de vista intelectual, ya echa la culpa a su bicha particular por haber dejado el equipo... ¿cómo qué?... ¡Premio para el caballero, sí señor, por haber dejado el equipo como un erial!... Lo del erial era algo que decía García allá por los años 80 y que hoy este fantástico grupo de rencorosos carente absolutamente de cualquier atisbo de originalidad repite como un papagayo. Es sin embargo realmente tranquilizador saber que el equipo ya estaba como un erial y era una auténtica bomba de relojería cuando, batiendo todos los registros históricos de la Liga española, marcó 121 goles y sumó 100 puntos.
En realidad el Real Madrid Club de Fútbol está como un erial desde mucho antes y, para demostrarlo, acudo a la magnífica entrevista que en el verano de 1977 le hizo el periodista Miguel Vidal al señor Bernabéu. A las primeras de cambio le pregunta a don Santiago si ha hecho algo mal en su vida, y éste responde: "Una sola cosa: ser presidente del Real Madrid". Y añade: "Cuando me hicieron presidente creí que iba a estar sólo un año... y llevo treinta y cuatro. Entonces, como ahora, la gente ya quería o que se hundiera el campo o que se hundiera el club". Puedo comprender que el antimadridismo quiera que se hunda el campo y que reviente el mejor club de fútbol del siglo XX pero no me entrará jamás en la cabeza que algunos socios o seguidores del Madrid se encuentren entre los colaboracionistas de esa causa. Siguen sin aprender. A lo mejor el problema está en ellos y no en si juega o no juega Jesé.