Si yo midiera 1,80, fuera rubio, tuviera los ojos azules y hubiera protagonizado Seven, Leyendas de Pasión, Entrevista con el Vampiro y Ocean's Eleven, me llamaría William Bradley Pitt y, salvo que estuviera rodando una peli con mi amigo George Timothy Cloney, lo más probable es que esta noche durmiera en los amorosos brazos de Angelina Jolie. Pero, aunque los dos nacimos un 18 de diciembre, yo no soy Brad Pitt. Y no me quejo. A cada cual lo suyo. Supongo que él también tendrá sus problemas. Lo que no puedo hacer es levantarme todos los días protestando y preguntándome a voz en grito "¿Por qué no soy Brad Pitt?"... Es ridículo, no tiene sentido. Además, que yo me hiciera esa pregunta supondría tanto como dar por hecho que a Brad Pitt le ha caído llovido del cielo eso de ser una estrella de Hollywood. No le ha caído llovido del cielo, no. Brad Pitt ha trabajado más que los demás, lo ha hecho mejor y es posible que haya tenido un pelín más de suerte.
Pues bien: el Real Madrid es Brad Pitt. De los éxitos del club blanco se decía hasta hace poco que se debían al favor arbitral, que es algo así como cuando el envidioso se pone a ver una película de Brad Pitt y dice "¡Está ahí por guapo!" o "¡Pues a mí me parece un actor horroroso!" o "¡Qué viejo está!" o "¿No te das cuenta de que se ha puesto botox?". Repito: de los éxitos del club blanco se decía hasta hace poco que se debían al favor arbitral... hasta que llegó aquella reunioncilla de nada entre Villar y Rosell y el reconocimiento explícito de un ex vicepresidente culé de que el apoyo de Laporta a Villar había favorecido el "saldo arbitral" azulgrana. Entonces, quienes achacaban históricamente los éxitos de Di Stéfano, Gento, Puskas, Kopa, Rial, Santamaría y compañía a la dictadura del general Franco o al favor arbitral cambiaron de tercio y, pese a las innumerables pruebas de favoritismo, atribuyeron los triunfos del Barça al fútbol de los Messi, Xavi, Iniesta, Puyol o Pedro...
La doble vara de medir, claro. De cinco años a esta parte ha sido pecado referirse a los árbitros pese a que los cincuenta anteriores se habló sin tapujos sobre ello. Faltarle al respeto al Madrid estaba bien pero poner en duda la limpieza de los éxitos culés era el antiperiodismo. Y como ahora estamos en un impasse y no se sabe aún si el Barcelona remontará el vuelo y si el Madrid será tan terrible como todo hace prever... han cambiado de tercio: ahora se habla del prespuesto. Así las cosas, si el Real Madrid no gana la Liga ante un equipo de inferior prespuesto se resalta el exitazo que eso supone; pero si el Real Madrid gana la Champions, pongamos que ante ese mismo equipo, lo que se afirma sin el menor asomo de rubor es que todo se debe al presupuesto. Y digo yo: si el presupuesto es un obstáculo insalvable que no hay modo humano de superar, ¿por qué no le regalan ya la Liga al Madrid para que pueda centrarse en La Undécima?...
Yo a los que se llenan la boca con lo del presupuesto les diré que el Real Madrid... es el puñetero Brad Pitt. Y si Pitt es Pitt no es, insisto, porque se lo hayan regalado sino porque la gente va a ver sus películas mientras que las de otros actores se ven menos o simplemente no se ven. El cuento chino de los derechos de televisión no cuela. Reto desde aquí a cualquiera que diga que el reparto televisivo es abusivo a que aporte pruebas sobre el seguimiento por televisión de los diferentes equipos. La gente quiere ver al Madrid, quiere ver a Cristiano, Bale, James, Kroos, Benzema... Y no es, por supuesto, un fenómeno nacional sino mundial. El Real Madrid no es Brad Pitt porque se lo hayan regalado sino porque en sus vitrinas tiene, entre otros títulos de menor enjundia, 10 Copas de Europa y 32 Ligas. Todo lo demás es una engañifa de consumo interno para los mediocres y los acomplejados. Si usted quiere ser Brad Pitt, ¡póngase las pilas, amigo, y no moleste más!...