Dicen que Ruiz Gallardón está tan excitado con la idea de que Lissavetzky sea su rival por la alcaldía que piensa hacer peatonal todo Madrid. En Cataluña no habrá toros y en la capital no habrá coches. Lo que quería Lissavetzky era ser ministro de Deportes pero se le adelantó Zapatero, y ahora el presidente del Gobierno le quiere premiar enfrentándole con Gallardón. Y digo que será un premio porque el perder con el alcalde se ha convertido en el trampolín ideal para ocupar un puesto en el consejo de ministros; le pasó a Trinidad Jiménez y le sucedió a Miguel Sebastián, ambos aceptaron el amargo cáliz de medirse con él a cambio de sentarse a la diestra o a la siniestra del presidente. Ahora corre el turno y le toca al secretario de lo que nos queda de Estado para lo que nos queda de Deporte. Así que el gol de Iniesta tiene premio de rebote.
El lunes se vio a Lissavetzky junto a Zapatero en la inauguración en León de uno de los mejores centros de alto rendimiento de Europa. Fue aprovechando precisamente ese acto cuando el presidente habló de Jaime y dijo que era "uno de los mejores". De los más fotografiados sí, pero... ¿uno de los mejores?... No sé qué pensará Oscar Sevilla al respecto de eso. Oscar era en 2005 un ciclista con un magnífico pasado y con un futuro deportivo prometedor. Un año más tarde, en 2006 y en el marco de la desdichada Operación Puerto, fue identificado por la Guardia Civil como cliente de una red de dopaje, siendo inmediatamente despedido del T-Mobile. No hubo, sin embargo, sanción deportiva alguna pero aún así tuvo que quedarse fuera del Pro Tour y marcharse fuera de España para competir en equipos de inferior categoría. Y así lleva desde entonces, corriendo para el Relax Gam primero y el Rock Racing después.
Yo no digo que Lissavetzky no baje al vestuario de la selección española de fútbol nada más concluir la final del Mundial a brindar con champagne, no; lo que digo es que un secretario de Estado para el Deporte como es debido debe estar con los triunfadores y con los que pasan por momentos complicados. Es fácil pasarle a Villa la mano por el lomo, lo difícil es explicarle a Sevilla por qué hace cinco años tuvo que largarse de su país para seguir corriendo en bicicleta cuando en su día no existió sanción deportiva y el juez instructor se negó a aportar a los organismos internacionales las pruebas de su presunta implicación en la red de dopaje. Fotos con Nadal, sí; reportajes con Contador, por supuesto; vídeos con Del Bosque, naturalmente. El mejor no sé, pero el que más veces dice "patata" desde luego. Habemus nuevo ministro.