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El penúltimo raulista vivo

El plan de la Copa Davis

Siendo cierto que pocos confiaban en una victoria española en Mar del Plata, no lo es menos tampoco que uno de los primeros en colaborar activamente a nuestra falta de fe fue el mismísimo capitán de Copa Davis. Declaraciones suyas del tipo de "Argentina es la absoluta favorita", y más aún teniendo en cuenta que la eliminatoria se jugaba en territorio comanche, no ayudaron demasiado a la causa. Hubo quien, nada más conocerse la noticia de que Rafa Nadal no podría jugar la final, empezó a acusar a Vicario de falta de previsión y de carecer de un plan B; esas críticas tenían todo el sentido del mundo puesto que hubo que prescindir de Tommy Robredo y de Juan Carlos Ferrero debido a que nadie les advirtió y se fueron de vacaciones, mientras que Nicolás Almagro todavía está esperando que alguien le notifique que se cayó de la lista por una lesión. En la hora del adiós, con la Ensaladera en la mano, entiendo que Vicario intente cobrar los recibos jactándose de que le funcionó el plan B, así como comprendo como razonable e incluso humano que todo el mundo diga ahora que ya lo dijo él. Yo no lo dije, aunque me alegro tanto o más que mis colegas adivinos.

En una cosa sí le doy sin embargo la razón al capitán saliente, y es en que ganar una Copa Davis fuera de casa es una misión harto difícil. Parece mentira pero, al final, la superficie anti Nadal que habían diseñado con tantísimo esmero los argentinos nos vino de maravilla. La confianza depositada desde hace tiempo por Vicario, que fue un gran doblista, en una misma pareja dio sus frutos en el decisivo (siempre lo es) punto del sábado, y la difícil elección de Verdasco en sustitución de Ferrer, que se hundió el viernes, se mostró también acertada puesto que, en el partido más importante de toda su vida, el madrileño venció al pobre Acasuso, que hizo lo que pudo y que va a acabar tomándole manía a Dwight Filley Davis, el estudiante de Harvard que puso en marcha la competición allá por 1899, otorgándole al equipo nacional el punto definitivo y demostrando de paso que nuestro tenis no empieza y acaba en Nadal, por mucho que el manacorí ocupe casi toda la pista.

López y Verdasco salen fortalecidos, así como Vicario y, por supuesto, Muñoz. Sí, sí, Pedro Muñoz: fue el actual presidente de la federación quien colocó a Vicario en contra de la opinión generalizada de los jugadores que querían a toda costa en el puesto a Albert Costa, máximo favorito para sustituirle ahora. España ha ganado su tercera Copa Davis viniendo como vino de uno de los cismas más vergonzosos de la historia de nuestro tenis, y cuyo punto álgido estuvo representado por aquel esperpento valleinclanesco de la batalla de los SMS. Una de las claves en Mar del Plata fue justamente que el equipo español fue eso, un equipo, mientras que, al parecer, los argentinos tenían formado un buen quilombo entre ellos. Nadal, por cierto, no estuvo pero sí estuvo, demostrando así su ubicuidad. Es posible que haya llegado el momento de elegir a Rafa presidente de la federación y capitán-jugador. Y eso que sólo asomó un poquito los calzones. Ese plan, por cierto, también les salió mal a nuestros rivales.

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