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El penúltimo raulista vivo

El partido seiscientos cinco

Sigue siendo una de las clásicas, pero el paso del tiempo va relegando hacia los últimos turnos la pregunta dirigida a Luis acerca de la ausencia de Raúl. Supongo que, cuando tomó la decisión más polémica, injusta y absurda de su mandato al frente del equipo nacional, el seleccionador, que es perro viejo, daría por descontado el cansancio de los periodistas y el aburrimiento de los aficionados. Luis dice una cosa con la boca y otra bien distinta con los ojos. Con la boca dice que Raúl regresará cuando esté en forma, pero con los ojos dice que, mientras él esté ahí, el capitán del Real Madrid no vestirá otra vez la elástica nacional. Además, ¡para lo que nos sirve! Si la jefa de prensa de la Federación decidiera sustituir a Luis por un muñeco hinchable similar al que aparecía en la película Aterriza como puedas, el resultado sería aproximadamente el mismo. O sea, ninguno.

Quien viera ayer el partido 605 que Raúl, igualando por cierto el registro de Paco Gento, jugó con la camiseta blanca, tendría que concluir a la fuerza que el capitán del Real Madrid merece estar en la selección. Marcó de un espléndido cabezazo el gol que deshacía el empate a uno, y provocó con su tenacidad la ocasión que brindó a Van Nistelrooy en bandeja de plata el tercero, el de la tranquilidad. El seleccionador inglés Steve McLaren deshizo el sábado por la mañana un error que clamaba al cielo y convocó de nuevo a David Beckham. El viernes, Luis Aragonés justificaba la ausencia de Raúl González diciendo que no podía traicionarse a sí mismo. Posiblemente sea más fácil traicionar a los demás.

Supongo que a nuestros máximos rivales del Grupo de clasificación para la Eurocopa les tranquilizaría mucho el hecho de saber que Luis admitió que no olvida a una serie de jugadores entre los que se encuentran el máximo goleador de la historia de la selección española de fútbol, Güiza, Tamudo y Puerta. A eso le llamo yo igualdad, sí señor. Raúl, capitán del líder de Primera División, metido por Luis en el mismo grupo que otros tres jugadores que habrán sumado diez internacionalidades como mucho. Todos somos iguales ante la ley, pero ante el fútbol no. Si fuéramos iguales también en el fútbol, Luis, que sigue ahí, inalterable, inasequible al desaliento, impertérrito e inamovible, como si del mismísimo muñeco hinchable de Aterriza como puedas se tratara, habría presentado su dimisión tras el Mundial de 2006 tal y como prometió y como hicieron todos y cada uno de los seleccionadores nacionales que no supieron dar la talla. En la revista Más allá no sé cómo lo verán, pero aquí abajo, en el planeta Tierra, hay quien piensa que Raúl no juega con España por una cuestión personal.

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