Pues "el Barça" ya sabe qué es lo que tiene que hacer si quiere hablar con Piqué: tiene su número de teléfono. Y si el presidente "del Barça" quiere comunicarse con él, ya sabe por dónde se va al vestuario. Al monstruito de Piquenstein le han dado la vida y ahora no quiere soltarla, le ha pillado el gustirrinín. Entrecomillo "Barça" porque me parece significativo el tonito, chulesco por supuesto, que un empleado del Barça, que es lo que es al fin y al cabo Gerard Piqué, utilizó para con sus empleadores, que son los directivos. Los actuales, ya lo dije el otro día, son muy torpes, pero al fin y al cabo son los dirigentes del club, puestos ahí por los socios, y lo que hace el monstruito de Piquenstein es pasárselos, a ellos y a los socios, por el forro de sus caprichos. Vamos, lo de siempre.
Así que la directiva "del Barça" ya sabe lo que tiene que hacer, tiene el teléfono del jugador y se sabe el camino del vestuario. Si Piqué se dirige a Bartomeu en ese tono es por dos razones; la primera de ellas es que sabe perfectamente que esa relación de superioridad moral funciona con estos dirigentes y, relacionada con ésta, la otra razón es que también sabe que, llegado el caso, la afición, que miró hacia otro lado en el "caso Neymar" dejando solo a uno de los suyos y que no dice nada ante la politización del club, es una afición dormida, narcotizada, hipnotizada y pasota y al final le dará a él la razón. El tono chulesco de Piqué, casi retador, merece una reflexión más profunda: si cualquiera de los jugadores del Real Madrid le dijeran algo siquiera parecido a Florentino Pérez se montaría la III Guerra Mundial, pero el Barça... gestiona de otro modo.
Lo curioso del asunto es que la directiva del Barça no le da un pescozón público a Piqué por producir un docubodrio sobre la decisión de Griezmann, yo creo que ni siquiera lo hace pensando en la posibilidad de que su jugador supiera hace tiempo que el delantero francés se quedaba en el Atlético de Madrid; si la directiva del Barça ha dado el paso de enfrentarse con Piqué es porque el asunto se ha hecho público, tienen la sensación (cierta) de que la gente se ríe de ellos por la calle y han querido poner (tarde) pie en pared. Y es tarde por la simple razón de que el monstruito de Piquenstein ha crecido, ya no es un monstruito sino un monstruazo, ha pegado un estirón de padre y muy señor mío... y no hay quien le frene. En el Real Madrid, con sus errores y sus aciertos, manda Florentino Pérez; en el Barça manda el monstruito de Piquenstein y si Bartomeu quiere hablar con él... pues ya sabe dónde está el vestuario. Eso sí, que avise antes de entrar.