Lo de Pekerman con Falcao simplemente no tiene nombre, y si lo tiene no es aconsejable dejarlo por escrito por mucho que seamos plenamente conscientes de la inquietante laxitud de la justicia española. Hacer viajar 14.000 kilómetros a un futbolista de élite como él, el claro sustento de un equipo, el Atlético de Madrid, que está luchando bravamente por abrirse camino en la Liga, para luego no alinearle ni medio minuto, clama al cielo; meterle 17 horas de avión entre pecho y espalda, viniendo como viene de una recuperación, es de locos de atar. Pero esto es como predicar en un desierto en el que sólo te atienden, y poco, los jerbos ociosos, las suricatas y algún despistado pipistrelo: los clubes tienen definitivamente perdida la batalla por la sencilla razón de que jamás han pretendido entablarla en serio. Claro que mucho peor que eso habría sido sin duda que el seleccionador de Colombia le hubiera sacado y Falcao volviera a recaer, pero si Pekerman tenía dudas... ¿para qué narices hacerle viajar?...
Pero si no tiene ningún sentido hacer viajar 14.000 kilómetros a un futbolista que sale de una lesión para luego no sacarle al campo, menos aún lo tiene llevarse a jugadores sanos a un amistoso de chichinabo para tampoco alinearles. Y si metes en un avión a un internacional que es titular fijo (repito: fijo) y le haces volar hasta Qatar para jugar un partido contra Uruguay (para mayor gloria dineraria de Ángel María Villar) y sorprendentemente le sacas del once inicial y no cuentas con él, lo lógico es que ese movimiento despierte suspicacias. Si además resulta que el jugador en cuestión se ha significado claramente del lado de Mourinho y ha sido uno de los más beligerantes, por no decir que el más cañero, en los recientes enfrentamientos con el Barcelona, es normal que la gente murmure. Hasta seis cambios introdujo Del Bosque (Piqué por Puyol, Monreal por Alba, Suárez por Cazorla, Isco por Iniesta, Villa por Mata y Negredo por Pedro) pero ni por esas.
Me estoy refiriendo, claro, a Álvaro Arbeloa. Venía además el fenomenal lateral derecho madridista de sufrir las iras de Leo Messi, que tuvo la santa paciencia de esperarle para amedrentarle cuando estaba acompañado de su mujer embarazada. En mi pueblo dirían eso de "blanco y en botella, leche" porque, para más inri, con España llegaron a jugar en diferentes fases de este auténtico "solteros contra casados" hasta 9 futbolistas culés, no preocupándole curiosamente esta vez al seleccionador nacional que la gente pudiera llegar a pensar en la ciudad condal que tiraba mucho más de unos que de otros, y en un momento crucial de la competición, debido a su pasado madridista. Lo sé, lo sé: Silva también viajó y tampoco jugó, pero David, que es un crack, no es tan titular con España como Arbeloa debido precisamente a la sobredosis de calidad que tiene la selección en esa posición del campo. Lo de Arbeloa es un verdadero misterio. Otro más. Y no veo yo, y eso que me fijo más que un búho, que el "misterio Arbeloa" podamos ventilárnoslo al modo homelsiano con un tradicional "elemental querido Watson".