Lo que al final, con mayor o menor acierto, está haciendo Mourinho con la afición del Real Madrid (y me adelanto a decir que generalizar siempre acarrea injusticia) es simple y llanamente colocarla delante de un espejo: "¿Quiénes sois? ¿Qué queréis? ¿Qué esperáis? ¿De dónde venís? ¿Hacia dónde queréis ir?"... Y resulta que hay un sector de madridistas a quienes molesta, inquieta o directamente enfada esa imagen que refleja el espejo, que no es otra que la de una afición (y vuelvo a pedir perdón por la generalización) de marqueses de Sotoancho, herederos pasivos de la fortuna que les dejó la generación de los Bernabéu, Calderón y Saporta, nuevos ricos que presumen de haberlo visto todo y que no se cansan de repetir eso tan vacuo y poco discutible de que ellos ya estaban aquí antes de que llegara este entrenador. Claro.
Algo debe estar muriéndose en el alma madridista cuando Luis Herrero nos desvela ayer que Isidoro San José (10 años en la primera plantilla como titular indiscutible, 6 Ligas, 4 Copas, 2 UEFA, 1 Copa de la Liga, 13 veces internacional con España) le ha confesado antes de entrar en antena que él prefiere que el sábado gane el Atleti, y éste titubea, balbucea, carraspea pero es absolutamente incapaz de desmentirlo con contundencia. Y yo me atrevo a deducir que si San José, a quien admiro, quiere que el derbi caiga del lado del equipo entrenado por Simeone no es más que porque él interpreta que la derrota colocará a Mourinho en una situación deportiva tan endiabladamente difícil que a Florentino Pérez no le quedará más remedio que tomar una decisión, y que esa decisión consistirá en ponerle de patitas en la calle. Y así podremos presumir al fin del triunfo del bien sobre el mal.
Lo repito: en el Bernabéu sólo animan los aficionados situados en el fondo sur del estadio. Eso es así desde tiempos inmemoriales. La última vez que ese campo vibró con su equipo yo aún me hacía pipí en la cama. Y miente descaradamente y manipula groseramente mis palabras quien dé por hecho que al reseñar un dato objetivo como ese yo estoy apoyando implícitamente las actitudes violentas de tal o cual grupo de seguidores del mismo modo que mintió, por ejemplo, quien publicó el otro día que Mourinho no estaba preparando la próxima pretemporada. Pero algún tornillo debe andar a la fuerza suelto cuando resulta tan endiabladamente complejo descifrar qué quieren decir los aficionados merengues cuando pitan al sector del campo que vitorea al entrenador de su club, se muestran indiferentes y soberbios con sus propios jugadores o aplauden, sin que aún haya podido interpretarse por qué, a los que vienen de fuera. Si un partido de vuelta de Copa frente al Alcoyano que ya venía decidido de la ida provoca estas actitudes guerracivilistas es que algo se muere definitivamente en el alma madridista. El espejo no miente.