Trataré de explicar por qué soy tan cauteloso con la victoria madridista del otro día ante el Barça y también por qué pienso que un 2-0 en el estadio Santiago Bernabéu tiene que ser lo normal, lo habitual, lo tradicional. Acaban de regalarme la lujosísima edición del libro Guinness World Records correspondiente al año 2007. Es éste uno de los libros más populares del mundo, no en vano, según advierten sus autores (o quizá debería decir recolectores), será publicado en más de cien países y traducido a veintiséis idiomas. En el apartado correspondiente al fútbol, dentro del capítulo dedicado a deportes y juegos, el Real Madrid es protagonista de cuatro "récords positivos". Según la Deloitte Football Money League, el Madrid estableció en la temporada 2004-2005 un récord de ingresos totales de 324,3 millones de dólares. Es el equipo con más partidos ganados en la Liga de Campeones de la UEFA, con 65 victorias entre 1992 y 2005, período en el que marcó además la cifra récord de 228 goles. Entre 1955 y 1970 disputó 15 Copas de Europa consecutivas y Francisco Gento Llorente sigue siendo hoy el futbolista con más Copas de Europa (6) en su haber.
Con esa historia y con esos datos no creo, sinceramente, que una victoria por 2-0 ante el Barça en la séptima jornada de otra Liga sea como para ir por los pasillos del estadio Santiago Bernabéu abrazando a las farolas, invitando a Behikes y descorchando botellas de Dom Perignon. El Real Madrid Club de Fútbol es propietario de una historia inigualable, una historia plagada de todos esos récords que aparecen en el Guinness World, y de otros muchos que no aparecen. El Real Madrid es dueño de esa historia galáctica, sí, pero también es "víctima" propiciatoria de esos mismos éxitos. Ir por ahí festejando el 2-0 del pasado domingo es como si Paul Newman, por ejemplo, ofreciera un banquete a sus amigos para celebrar el hecho de que un desconocido director taiwanés de cine le hubiera ofrecido un papel de figurante sin texto en su primera película, un film de serie B para más señas. "¡Oiga, por favor, un respeto, que yo soy Paul Newman!... ¿Le suena a usted El buscavidas?... Hombre, por Dios, a quién se le ocurre. Vuélvase usted a Taiwán, enciérrese en su casa y tire las llaves al Kaoping..."