A Juan Villalonga le puede terminar pasando con el fútbol lo que les ocurría a nuestros emigrantes de América, gallegos en Argentina o Chile y chilenos o argentinos cuando regresaban de vacaciones a España: extranjeros siempre. Villalonga tiene tan próximo su frustrado episodio de asalto al Valencia, su "segundo club", que probablemente haya querido anunciar en octubre de 2008 en El Tirachinas de la Cadena Cope que se presenta a unas elecciones que se celebrarán allá por junio de 2010, un año y ocho meses si no me fallan las cuentas, para ganar tiempo. Desconozco si Obama y Mc Cain requirieron de tanto tiempo para prepararse, y en su caso se trata ni más ni menos que de la presidencia de los Estados Unidos de América, el despacho oval y todo eso. ¿Por qué tan pronto?... Probablemente porque Villalonga, que dijo que Vicente Soriano le acusaba en Valencia de ser madridista, tema que Ramón Calderón o cualquier otro candidato le acusen en Madrid de ser valencianista.
Debe tener bastante prisa don Juan por dejar meridianamente claro, cristalino, que él es el socio 14.942 del Madrid, que sus hijos son del Madrid, que su primer nieto ya tiene el carnet de socio madridista y que el Valencia fue sólo un asunto profesional, nada más que eso. Otra cosa es que le crean. Villalonga, que dejó claro que él no contempla la posibilidad de transformar el club en sociedad anónima deportiva, tiene otro problemilla que solventar en el transcurso de estos próximos veinte meses, y este no es otro que convencer a los socios de que él no anda tiburoneando alrededor de esta casa blanca, la de aquí. Juega en su contra, por ejemplo, el hecho de que ganara la friolera de 10 millones de euros por quince días de gestión en el Valencia (cualquier despistado podría interpretarlo por eso que todos conocemos popularmente como un "pelotazo") o su sorprendente revelación de que medió desinteresadamente entre el presidente del City y Calderón para que los ingleses pagasen 42 millones de euros por Robinho en vez de los 36 inicialmente previstos.
Una vez le preguntaron a Henry Ford por la clave de su éxito: "El éxito pasa una vez por encima de nuestras cabezas y yo estoy las veinticuatro horas del día saltando para atraparlo". Villalonga, fan de Florentino Pérez, madridista confeso, valencianista de corazón, admirador de Roman Abramovich y responsable de que media España sepa, aunque sin poder disfrutarlas, qué carajo son las stock options, tendrá que estar saltando desde ahora mismo y hasta que Calderón decida convocar las elecciones a la presidencia. Su éxito radicará en mantener "caliente" su candidatura durante todo ese tiempo porque, llegado el caso, tendrá ventaja con respecto al resto. Son muchos saltos, es cierto, pero también se burlaron de Dick Fosbury y luego pasó lo que pasó. Calderón ya tiene un adversario más listo y más preparado que él, aunque tampoco era necesario dar un salto muy grande para conseguir un récord como ese: el listón está ahora mismo muy bajo.