Andoni Ortuzar, que es el presidente del Partido Nacionalista Vasco de Vizcaya, ha montado en cólera porque Florentino Pérez no quiere que la próxima final de la Copa del Rey entre el Barça y el Athlétic se dispute en el estadio propiedad del club que preside el susodicho señor Pérez, que como todo el mundo sabe es el Real Madrid. Es, para que nos entendamos, como si Florentino Pérez montara en cólera porque el PNV no trasladara de una vez por todas su sede desde Sabin Etxea hasta, pongamos por caso, la mítica Casa Botín, en la calle Cuchilleros. El enfado de Ortuzar es fruto de ese tic nacionalista tan extendido que viene a decir que "lo mío es mío, y lo tuyo también lo es aunque tú no lo sepas por ahora". Así las cosas, el PNV es por supuesto de los nacionalistas, que, al mismo tiempo, tendrían también en usufructo vitalicio el estadio Santiago Bernabéu sin que de ello tuvieran conocimiento ni los dueños del club, que son sus socios, ni tampoco su presidente: la multipropiedad al estilo Sabino Arana.
En vista de la negativa de Florentino Pérez a que la final se juegue en el campo propiedad del Real Madrid, Ortuzar ha propuesto que el partido se dispute lejos, en Inglaterra, y ha añadido: "Y si quiere venir el rey español, adelante". Y he aquí una nueva muestra de esa infinita generosidad de la que siempre suele hacer gala el nacionalismo vasco, un gesto que a mi modo de entender no podemos pasar por alto: Ortuzar, que podría obligar perfectamente a Florentino Pérez a que la final copera se disputara en el Bernabéu puesto que, como ya ha quedado suficientemente demostrado, y contrariamente a lo que se ha venido diciendo últimamente por ahí, dicho estadio de fútbol es del PNV y no del Real Madrid, prefiere no hacerlo. Y, al mismo tiempo, invita al rey Felipe VI a que si se lo pide el cuerpo haga acto de presencia en la final de la Copa... del rey Felipe VI. ¿No es asombroso?...
La iniciativa de VOX de pedirle a la federación que suspenda la final si se pita al himno nacional no es nueva. Hace tres años ya sugirió eso mismo Esperanza Aguirre y casi la ingresan en una casa de salud. Resulta encomiable que aún queden españoles con ganas de defender a España contra todo y contra todos, también contra nuestras instituciones. A mis impetuosos amigos de VOX les digo desde este preciso instante que ya pueden recoger veinte millones de firmas de aquí y hasta que se juegue la final que se encontrarán con el oportuno silencio administrativo de Ángel María Villar, que se piensa que la federación es suya del mismo modo que Ortuzar cree que el estadio Santiago Bernabéu le pertenece y que puede disponer de la Copa, y hasta del mismísimo rey de España si ello fuera necesario, a conveniencia del PNV.
Lo razonable sería que las directivas del Barça y del Athlétic tomaran de una vez por todas la decisión de no inscribir a sus equipos en la competición de un rey al que no respetan y de un país al que no quieren. Lo ideal sería que Su Majestad diera media vuelta y se fuera del palco al primer insulto: muchos aplaudiríamos su decisión. Pero lo que pasará, como si ya lo estuviera viendo, es que volverán a insultar al Rey actual y al pasado y volverán a pitar al himno nacional español, y que al día siguiente Miquell Cardenall i Carro escribirá en El País un artículo elogioso y emocionado destinado a ensalzar los mil y un esfuerzos culés por defender contra viento y marea la "marca España".