Estaba claro que, en cuanto un árbitro beneficiara al Real Madrid, alguien le preguntaría a Bernd Schuster si había influido en algo el lugar de nacimiento del colegiado. Ese tipo de cosas, como la idiotez de la comparación con Roger Federer o aquella soplagaitez de la celebración de las cucarachas, sientan mal al personal y siempre acaban pasándole a uno factura. Ayer le tocó a Javier Matallanas arrimarse al toro rubio y convertirse en el cobrador del frac. Estaba convencido de que Schuster le soltaría a mi compañero la frase popularizada este fin de semana por el Rey Juan Carlos, pero qué va, nada más lejos de la realidad.
El alemán escuchó serio y en silencio, y al final se limitó a responder que ante el Mallorca no había tenido ese tipo de duda. Naturalmente que no la tuvo: primero porque el almeriense Fernández Borbalán no señaló un claro penalti por mano de Heinze y dio validez al segundo gol de Robinho, logrado en fuera de juego; y segundo y fundamental porque el Real Madrid terminó ganando por 4-3 el partido. Y es que, en realidad, el problema de Schuster en Sevilla nunca fue el lamentable Álvarez Izquierdo sino que su equipo perdió. Tan malo o peor incluso que el catalán es el andaluz, pero Borbalán benefició claramente al Madrid. Es como en la lotería: unas veces te toca la pedrea y otras el gordo. Lo que le pasa a Schuster, acostumbrado como está a que le toque siempre el gordo, es que cuando se tiene que conformar con la pedrea monta en cólera y si es necesario acaba denunciando por incumplimiento de contrato a La Bruja de Oro que vive en Sort.
Yo creo que Schuster lo sigue teniendo todo a favor, salvo él mismo, para acabar triunfando en el Real Madrid, incluyendo como una de las partes fundamentales de ese todo a un Fútbol Club Barcelona que está irreconocible y que, según la experta opinión del capitán culé Puyol, se ha convertido en un equipo insolidario. La distancia matemática entre ambos resulta nimia, tan sólo 4 puntos, pero se agiganta en cuanto observas el nulo poder de reacción de un equipo que cuenta arriba con Ronaldinho, Henry y Messi, tres de los diez mejores futbolistas de ataque del mundo, siendo el cuarto Eto'o, también culé, pero que ahora está lesionado. La diferencia entre Schuster y Rijkaard es que, mientras el entrenador del Real Madrid se fabrica sus propios problemas, los del técnico del Barcelona, que podría pasar perfectamente por ser el agregado cultural de la embajada de Holanda en España, no están en su cabecita sino que parecen reales. Tendría que tener cuidado porque la prensa barcelonista ha salido de caza y el conejo tiene la cara de Rijkaard. Con rovelló y media copa de coñac está riquísimo.