Lo peor que le puede suceder a un mago es que se le vea la paloma. Lo peor que le puede suceder a un político es ponerse a sudar en mitad de un debate transmitido por televisión. Lo peor que le puede suceder a un jugador de póquer es tener un tic que delate sus jugadas al resto de participantes. Pues bien: el sábado, en el descanso del partido del Camp Nou ante el Málaga, cuando un niño gritó de repente desde su butaca eso de "¡qué malo eres, se te ve la paloma!", Guardiola se echó a sudar como si no costara y delató su jugada con un tic que le retrata: "mis jugadores merecen otro trato porque no se meten con los árbitros". Por lo que a mí me cuentan, la grotesca escena no se produjo en el vestuario de Rubinos sino en el túnel, y el colegiado madrileño no lo reflejó en el acta porque probablemente Guardiola no se dirigiera a él enloquecido sino con ese aire suyo tan santurrón y tan cool.

Algunos periobarcelonistas (porque no fue la "caverna mediática" la que destripó el final de la película sino la mismísima Cataluña Radio) han acudido raudos al rescate de Maimónides y, siguiendo la vieja táctica del calamar y su tinta, han abierto el campo con un pase de banda a banda y, cuando estábamos tan ricamente enfrascados discutiendo acerca de lo que el hijo de Mamon querría decir exactamente con su jeroglífico arbitral, han sacado la noticia de que Pep iluminó a sus chicos con un documental sobre el intento de rescate del alpinista navarro Iñaki Ochoa de Olza en el Annapurna. Olor de incienso a la entrada, mucha paz y mucho amor y, en cuanto te das la vuelta, "¡zas!"... O sea, lo mismo de siempre: a Dios rogando y con el mazo dando. No me vendría nada mal que Guardiola me tratara los chakras, aunque, por lo descubierto, ahora mismo sólo esté en condiciones de centrarse en el cuarto frontal, el que se dedica al timo.

Hay quien asegura que Laporta renovó a Guardiola. No se firmó ningún contrato ni tampoco se pusieron cantidades, pero, aún así, hay quien afirma que aquel paripé de la rueda de prensa sirvió tanto como un contrato. Yo no lo creo. Es posible que en las novelas de Sir Walter Scott bastara con estrecharse la mano, aunque Rob Roy lleve muerto tres siglos e Ivanhoe sólo existiera en su imaginación. Yo esto lo veo más como una peli de Quentin Tarantino. Y me parece que Maimónides también lo percibe así. Probablemente Guardiola esté empezando a pensar que aquel paripé que le forzaron a protagonizar, porque él no quería de ningún modo, no fue tan buena idea después de todo. Es posible que Guardiola caiga en la cuenta de que ya lo ganó todo, y en su primer año como entrenador del primer equipo azulgrana, y que después de eso sólo puede venir la más profunda decepción. Quizás empecemos a ver ahora al verdadero Guardiola. Ha colgado la túnica en la percha, se ha quitado las sandalias y el colorete de la cara y un niño ha gritado desde su butaca: "¡se te ve la paloma!"... Pronto se pondrá a sudar.