A finales de abril, el programa El Larguero de la Cadena Ser anunció la inminente sanción de la FIFA al Real Madrid por el peliagudo asunto del fichaje de menores de edad. Siempre creí, y aún hoy lo creo, que el rumor, que jamás es antesala de la noticia pese a lo que siempre repetía el maestro García, no estaba justificado por la actuación del equipo merengue, que es modélica, sino por la necesidad que alguien tenía de justificar la mala praxis azulgrana bajo el paraguas de una falsa inoperancia generalizada. Como al Real Madrid no podían castigarle por la presunta manipulación del fichaje de Neymar, como a Cristiano no podían denunciarle por eludir al fisco y como no podían castigar al club blanco por la aparición en el estadio Santiago Bernabéu de banderas independentistas de la Comunidad de Madrid, se redobló el interés por igualar por abajo a los dos grandes del fútbol español: "El Barça lo ha hecho mal, sí, pero porque todo el mundo lo hace mal, también el Real".
Y, como en los extraños casos de la mítica inscripción de los hijos de Mourinho en un colegio de Lugano, la hernia de Bale o el fichaje de James para engrasar negocios de la empresa ACS en Colombia, seguimos sin noticias de la inminente sanción: se aplazó de abril a mayo, dejamos atrás el mes de la flores para entrar de lleno en junio, denominado así al parecer en honor de Junio Bruto, fundador de la República romana, acabó el julio más caluroso de la historia e inauguramos al fin agosto sin noticias del castigo que iba a llegar ya, ahora mismo, en este preciso instante, ya falta menos, la están peinando... Fiel a su ideario de manchar a todo el mundo al objeto de que el Barça escurra el bulto, el periobarcelonismo retrasa ahora la fecha de la inminente sanción que iba a producirse en abril al próximo mes de septiembre, clave como saben en la independencia catalana y, por lo tanto, en la consiguiente marcha del Fútbol Club Barcelona de la Liga que se juega en el territorio del opresor Estado español.
Al Alfredo malo (el bueno era Di Stéfano) ya le sentó en su momento a cuerno quemado que el Real Madrid se adelantara sin su consentimiento a Barcelona, Chelsea, Inter, Juve, Ajax, United, Bayern y City, entre otros, a la hora de contratar a Odegaard, un chico de dieciséis años al que desde las páginas del diario As han tratado en vano de culpar del mal fario del Castilla y hasta de la inclinación de la torre de Pisa, no confundir por favor con Prisa. De Marco Asensio aún no han podido decir nada porque el chaval no hace otra cosa que jugar, y muy bien por cierto, al fútbol, pero ya lo dirán, ya, tiempo al tiempo; y quienes probablemente no sepan todavía en qué jardín se están metiendo son Jesús Vallejo, campeón de Europa sub-19 con España y capitán del Real Zaragoza, y Dani Ceballos, la perla del Betis. El Real Madrid, mientras tanto, a lo suyo, que no es otra cosa que fichar a chavales jovenes que despunten y hacerlo además legalmente, y no como el Fútbol Club Barcelona, a quien sí sancionaron.