"Hay que pensar en nuestro público y que salga feliz del estadio. Sé muy bien lo que quiere el Bernabéu" (Bernd Schuster, entrenador del Real Madrid, el día de su presentación).
"La belleza es otra cosa, de eso tenemos que hablar otro día" (Bernd Schuster, entrenador del Real Madrid, a la finalización del partido contra el Racing de Santander).
Los goles que Raúl e Higuaín obtuvieron en El Sardinero y el trigésimo primer título de Liga son la misma cosa, valen tanto los unos como la otra. No en vano, la distancia con respecto al Villarreal es de diez puntos y el Barcelona, pendiente sólo de la Champions League, queda a once cuando sólo restan quince por jugarse: el Madrid ha metido definitivamente tierra de por medio y sus futbolistas son perfectamente conscientes de ello. De ahí que, nada más lograr el segundo, los jugadores lo celebrasen de forma similar a como lo harán el día que Angel Villar les entregue físicamente el trofeo en el estadio Santiago Bernabéu. Tal y como yo lo veo, todos tienen motivos sobrados en el club para estar satisfechos, desde los aficionados hasta la plantilla, pasando incluso por la propia directiva que, tal y como se encarga de repetir machaconamente Ramón Calderón, lleva dieciocho años sin ganar dos Ligas seguidas. Todos, menos el entrenador, tienen motivos para estar contentos.
El pasado 10 de julio Schuster prometía espectáculo en su presentación como nuevo entrenador madridista y aseguraba conocer el sitio exacto donde se encontraba escondida la clavija que Capello había sido incapaz de conectar. Ayer, 20 de abril, menos de nueve meses después, el mismo Schuster, después de que su equipo hubiera protagonizado uno de sus mejores partidos (lo que tampoco quiere decir mucho, la verdad) dijo que la belleza era otra cosa y que de eso teníamos que hablar otro día. ¿Por qué otro día? ¿Por qué no ayer? Ayer tocaba hablar de la belleza. Con Fabio Capello, la antítesis de la estética hecha entrenador de fútbol, no se tuvo la misma consideración. A Capello, que no fue capaz de jugar bien al fútbol salvo en contadísimas ocasiones, no le dieron ocasión de que se explicara otro día. El italiano no pudo decirnos qué pensaba de la belleza porque Mister Tragaderas le despidió por e-mail.
Me gustaría estar presente el día que Schuster explique su idea sobre la belleza. Por mi parte, y para que nadie pueda acusarme de ventajista, el día después de que el Real Madrid deje sentenciada la Liga me atrevo a insistir en idéntica teoría: si a Capello, que dormía, se le echó, a Schuster, que mata de aburrimiento, debería mostrársele el mismo camino. Hillary Clinton citó el otro día a Harry Truman para poner negro sobre blanco la supuesta debilidad de carácter de su contrincante Barack Obama: "si no soportas el calor, sal de la cocina". Tengo para mí que a Schuster, que como jugador se curtió en mil batallas, aún le falta un hervor como entrenador para soportar con solvencia el espantoso calor que hace siempre en esa cocina. Si no lo soportas, sal de ella. Y explica cuanto antes, por favor, tu concepto de la belleza. Soy todo oídos.